En los últimos meses, un banquero devenido en político, que tal vez es algo mejor que un político devenido en banquero, ha creado una importante fijación con el vulgarismo que denota un órgano del aparato genital femenino. Inició desde la distancia que le daba citar a un confundido seguidor de Álvaro Noboa, en un video supuestamente no autorizado. Pero la segunda, tercera y cuarta veces ha mostrado un creciente deleite en el convencimiento de que eso le “coloca”, como dirían los asesores que cobran por hora, “cercano al pueblo”.

Como esto no es suficiente, pues Guillermo Lasso quiere estar junto, muy juntito a la “gente”, también le ha dado por asegurarnos que “yo sí tengo huevos” y, por si fuera poco, “los tengo bien puestos”. Esto último sería una lástima si fuera cierto pues, con lo caritativo que es, podría donar su cuerpo a la ciencia. Mientras bosquejo algunas frases de consuelo para los investigadores que pueden haberse sentido defraudados con esta noticia, reflexiono sobre su necesidad de asegurar al mundo que tiene una correcta composición anatómica.

Por una parte, es cierto que estamos en un país donde ser macho, es decir, rudo y en control, errado o no, es digno de admiración. Por otra, un candidato como Lasso, que se dirige al público desde la tarima, sentado en un banco, rodeado de personas que aplauden con el ánimo de quien está frente al pelotón de fusilamiento, necesita reafirmarse aunque sea en el discurso.

Aparte de su grosería, me rechina que, a todo esto, los genitales femeninos sean equiparados con una opción menor, desesperada, frente a una supuesta ventaja de los masculinos.

Por bastante menos, una cuencana, que otrora defendía apasionadamente a la mujer y hoy hace campaña por Lasso, ha flagelado a otros hombres. No son las actitudes ni de un estadista ni de una persona capaz o creativa, sino intentos desesperados por descartar la imagen de hombre de familia que le gana votos solo en un pequeño sector de la población.

Nada está dicho en una elección hasta que se cierran las urnas, pero la supuesta jovialidad del candidato de CREO no parece competencia para alguien como Andrés Arauz, que solo con Tik Tok ya tiene el voto de los más jóvenes que se identifican con él. Otro sería el cantar si participara en la contienda con un récord de servicio al país más allá de una colecta de caridad durante la pandemia por COVID-19, sin necesidad de fingir que al menos se prepara para matón de barrio.

Tampoco es cosa menor que el Municipio de Guayaquil haya tenido que dispersar la multitud que contra toda norma sanitaria se reunió para apoyar el deslucido evento de apoyo a Lasso la semana pasada. Si sus “estrategas” no han podido hacer mucho más que copiar un video de alguien más para promoverlo, poco se habrán enterado de las disposiciones y poco habrá sido que les importaban.

Sorprende, sobre todo, que su candidato a la vicepresidencia es un médico que se presentaba como alguien preocupado por la salud de los ecuatorianos. (O)