Por el estancamiento económico, efecto de la pandemia de COVID-19, un importante segmento de la población pasará de la pobreza a la pobreza extrema. Esto trata de paliarse desde la acción gubernamental, a través del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), con transferencias monetarias a las familias beneficiarias, provenientes de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el BID y el FMI.

El MIES aplica estrategias con la cooperación internacional para dar asistencia a más de un millón de beneficiarios con bonos y pensiones. Sin embargo, serán necesarias acciones complementarias para impulsar su desarrollo.

Con el Programa Mundial de Alimentos se trabaja en 72 cantones del país donde hay niveles de desnutrición infantil crónica. El bono de $ 240, de apoyo nutricional, entregado por una sola vez, es una ayuda puntual que se complementa con charlas sobre la importancia de una alimentación adecuada en las madres gestantes y en los niños de 1 a 3 años.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que cubre con ayudas a unos cien millones de personas que padecen hambre en el mundo, obtuvo el Premio Nobel de la Paz 2020. La agencia lo señaló como “un poderoso recordatorio para el mundo de que la paz y el hambre cero van de la mano”, en referencia a que los países deben empeñarse en cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible impuestos para el 2030, entre ellos el que consta como número uno: poner fin a la pobreza.

La asistencia social para las familias vulnerables, según ha explicado el nuevo ministro, pretende abarcar una inclusión digital con la entrega de tablets para una cobertura intersectorial. La iniciativa, que es pertinente para los tiempos que corren, requiere de una mejora de procesos administrativos que empiece por corregir deficiencias de gestión en la interacción con la ciudadanía y de registros que puedan cruzarse con otras entidades para una cobertura ágil y optimización de recursos con miras a impulsar los otros objetivos del desarrollo sostenible. (O)