Ha muerto Quino, ya no nos dará más sopa. Mafalda estaría contenta.

En estos días, volviendo a revisar su obra, me topé inevitablemente con las historietas de esta niña de cuestionamientos trascendentales, que odia la sopa y sueña con un mundo mejor.

Mafalda comenzó como un encargo publicitario que debía tomar como inspiración a Charlie Brown, y orientarse a vender electrodomésticos, pero se transformó en un referente cultural, en la representación de la familia de clase media y sus conflictos, abarcando entre los años 1964 y 1973 la lucha de clases, el capitalismo, la economía, el feminismo y, obviamente, la aversión a la sopa, que no era algo tan ingenuo, la sopa era un código para simbolizar eso que no nos gustaba, pero que uno tenía que tragarse todos los días, tenía una fuerte connotación política.

Sin proponérselo, Quino creó, reconoció o representó una suerte de arquetipos con sus personajes. Él, particularmente, se identificaba con Felipe, por la timidez, dificultades en el colegio y miedo a no responderle a la maestra como se debe. De Mafalda tenía poco, decía, era el personaje más fabricado de todos.

Su nombre era Joaquín Lavado, le decían Quino para diferenciarlo de su tío Joaquín Trejo. Nació en el año 1932 en Mendoza, ciudad pequeña y tranquila. Desde los 8 años iba solo al cine y leía muchas historietas.

Hijo de andaluces republicanos, tuvo una infancia muy politizada.

Motivado e inspirado por su tío Joaquín, dibujante publicitario, a los 14 años decidió ser dibujante humorístico. Luego, a los 18 se mudó a Buenos Aires y empezó una carrera que lo transformó en uno de los más importantes humoristas gráficos del mundo.

Para Quino, la historieta cumple un rol social y tiene como propósito advertir sobre los temas que habitualmente pasan desapercibidos para la mayoría de la gente. Creo que eso es lo que descubrimos en los buenos humoristas gráficos, y hay una cierta paradoja ahí, porque ese humor, que debería provocar risa, viene acompañado de feroces críticas a la contingencia, que no son para nada graciosas. En esta misma página tenemos a un Bonil, que cumple esa misión.

Quino fue mucho más que Mafalda, en sus páginas y libros no perdonó a curas, doctores, abogados, empresarios, políticos, idealistas, viejos, niños, buenos, malos o santos.

Decía que su tema fue siempre la lucha del hombre por la libertad, y ese es un tema universal e inagotable.

Su última entrevista la dio en 2018 y es parte del documental Buscando a Quino, dirigido por Boy Olmi, (YouTube). Ahí lo vemos ya golpeado por los años, pero con el mismo sentido del humor y agudeza de siempre.

En una parte de su casa se ve un retrato de él cuando tenía 14 años, pintado por su tío Joaquín. El entrevistador le pregunta, después de todo, ¿qué le dirías a ese retrato? A lo que Quino responde: ¿Viste que no era para tanto?

Las veredas del barrio Santelmo en Buenos Aires servirán para seguir recordándonos a Mafalda y su pandilla, y ojalá estas páginas, con Bonil, sigan su ejemplo haciéndonos luchar contra las sopas indeseables de cada día. (O)