La administración de Lenín Moreno está por finalizar y va siendo hora de calificar su gestión en el ámbito político y económico. Como el régimen autoritario de Rafael Correa perpetró una destrucción de las instituciones propias de una república democrática tan profunda y una equivalente destrucción de capital en la economía podríamos cometer el error de celebrar. Pero si el gobierno de Moreno tiene el mérito de habernos sacado de la órbita chavista, en el ámbito económico mantuvo el mismo modelo mientras empleaba una retórica de cambio. Se mantuvo en gran medida el modelo estatista de la revolución ciudadana, razón por la cual se le dificulta combatir la corrupción y sanear las finanzas públicas.

El modelo intervencionista multiplica las oportunidades de cometer actos de corrupción, peor aún cuando no hay los debidos pesos y contrapesos para controlar el ejercicio del poder. El tamaño del Estado pasó de un 27 % del PIB al inicio de la administración de Correa hasta 44 % en 2014, cima desde la cual bajó durante aquella administración hasta quedarse en un 37 %. ¿Qué ha pasado desde que llegó al poder Moreno con el gasto público? Este se mantuvo prácticamente en el mismo nivel, bajando al 36 % en 2019, a costa de un acelerado endeudamiento y alzas de impuestos.

Desde inicios de la administración de Moreno era evidente que las finanzas públicas iban por un camino insostenible, adquiriendo créditos en condiciones sumamente onerosas y riesgosas. Ya desde octubre de 2017 era evidente que los mercados de capitales prácticamente se le habían cerrado al gobierno ecuatoriano, pero este continuó endeudándose para mantener el mentado modelo. Desde 2019, el gobierno se autocongratula de haber recibido ayuda del FMI. No obstante, y aunque espero estar equivocada, la evidencia reciente y de larga data indica que un nuevo rescate del FMI proveerá solo oxígeno para postergar las reformas necesarias.

El Gobierno ha convertido en un arte la práctica de mucho ruido y pocas nueces. Mucho se ha hablado de austeridad, dando paso a que algunos denuncien que la reducción del gasto no ha funcionado. Vale la pena recordar que dicha reducción y redimensión radical del Estado no se ha dado pero ni de cerca.

Desde el Foro Libertad y Prosperidad hemos propuesto cinco reformas estructurales para la economía del Ecuador, siendo principal entre ellas una reducción del tamaño y envergadura del Estado. No consideramos que vale la pena sacrificar el crecimiento económico y la prosperidad de los ecuatorianos para mantener un modelo fracasado.

Para lograrlo hemos propuesto como principio rector que el presupuesto se elabore con metodología de base cero: esto es, que cada año se identifiquen los rubros prioritarios con base en los ingresos reales y no en torno a lo gastado el año anterior. Esta reducción es necesaria para poder disminuir la carga tributaria que asfixia al sector productivo del país, fomentando así las inversiones, la creación de empleo y el crecimiento económico. Proponemos que la carga tributaria se rebaje y simplifique a dos impuestos: Renta e IVA. Lejos de celebrar el nuevo rescate del FMI, deberíamos exigir reformas. No podemos esperar resultados distintos sin cambiar significativamente el modelo de la revolución ciudadana. (O)