“¡Enarbolemos las banderas!”. Con un título parecido, hace muchos años, César Pérez Moscoso, presidente gestor de la Fundación Símbolos Patrios, en un artículo publicado por Diario EL UNIVERSO, pedía al pueblo ecuatoriano no olvidar sus emblemas nacionales e izarlos en conmemoraciones históricas para mantener el espíritu cívico comunitario.
Hoy, quiero seguir ese buen ejemplo, recordándole a nuestros compatriotas que es inminente la celebración del Día de la Bandera Nacional (26 de septiembre), y seguidamente la del bicentenario (200 años) de la Independencia de Guayaquil (9 de octubre), que tiene valor trascendental para el Ecuador y América. De ahí entonces que yo también proclame: ¡icemos las banderas! En el caso de Guayaquil, es urgente que los organismos seccionales, centros educativos, medios de comunicación, agrupaciones cívicas y culturales, gremios, etc., inicien una campaña que cree conciencia sobre el tema y llegue a todos sus residentes, quienes deberán enarbolar oportunamente los emblemas en edificios y hogares. Así como es costumbre cuando un partido de fútbol lo gana el equipo favorito de alguien de la familia, su seguidor de inmediato coloca en el balcón de su casa la insignia que lo identifica, lo mismo debe suceder –y en primer lugar– con la exposición de los pabellones nacionales y seccionales cada vez que el calendario cívico lo sugiera. La ciudad que acoge amorosa a propios y extraños, y les brinda sinfín de oportunidades, debe lucir engalanada con el tricolor patrio, y el celeste y blanco que la representan para orgullo de todos. No hay excusas, pues Guayaquil lo merece, y la memoria de su gesta emancipadora y sus protagonistas tiene que ser exaltada. Por las fiestas patrias que ya conmemoran la hazaña guayaquileña del 9 de Octubre de 1820, hace dos siglos: ¡Enarbolemos nuestras banderas! (O)
Laura Zambrano Ojeda, licenciada, presidenta vitalicia de la Fundación Símbolos Patrios, Guayaquil