La mayoría de los grandes filósofos que este mundo ha tenido comparten una preocupante y al mismo tiempo maravillosa similitud, la soledad, con sus pensamientos. Por poner ejemplos: Boecio pasó la mitad de su vida en prisión, donde escribió una de las obras fundamentales de la filosofía medieval: La consolación de la filosofía; Descartes para formular su famoso planteamiento cogito ergo sum –pienso, luego existo– tuvo que residir meses encerrado en su casa; Epíteto vivió como esclavo en Roma cuando marcó precedentes sobre su pensamiento de libre albedrío. Todos comparten la soledad en la que sus maravillosas ideas fueron creadas.
Haciendo un salto temporal significante, nos encontramos en el 2020 donde una pandemia ha inducido a la mayoría de ciudadanos que se encierren en sus casas. Cualquier escolástico pensaría que es la mejor época para pensar y vivir, mientras que los kantianos refutarían: ¿Están seguros de que pensar sobre pandemia en tiempos de pandemia es moralmente aceptable? A lo que los centeniales responderían con su mejor argumento, los tiktoks –red social basada en compartir pequeños clips, videos cortos musicales–. No nos sorprendamos cuando en unos años la materia de Filosofía en las escuelas y los colegios se cambie por una de farándula o una guía para ser youtuber –productor y gestor de contenido audiovisual que usa YouTube como su plataforma de comunicación–. (O)
Dylan Stefano Rueda Zabala, Quito








