Ahora que la descomunal flota pesquera china, de algo como 260 barcos, está arrasando nuestra fauna marítima en el corredor existente entre nuestra Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas desde el continente y la zona de Galápagos, y crece la indignación nacional y la internacional que se preocupa de defender las riquezas naturales de los mares, y mientras nos aprestábamos a escribir nuestra columna semanal de los miércoles, para perurgir, una vez más, que se realice el trabajo conjunto con la Convemar, con su Comisión de Plataforma, para extender nuestra plataforma continental marítima de 200 a 350 millas, trabajo para el que hemos desperdiciado ocho de los diez años que tenemos para hacerlo, súbitamente, el ministro de Defensa convoca una conferencia de prensa que nos deja sorprendidos: le informa al país que se ha avanzado en varios estudios, en el de la cordillera submarina de Carnegie, en un 70 %, y que se espera concluirlos hasta diciembre de este año; que se avanza en los de la cordillera Cocos. Dice que con esto se evitaría la presencia de pesqueras extranjeras en el corredor de aguas internacionales ubicado entre las zonas económicas exclusivas insular y continental; menciona que también se “avanza” (46 días en coordinación con Costa Rica); dice que no se han concluido los estudios por las condiciones del barco oceanográfico Orión y se tiene que proceder con el cambio a la nave Centurión, aunque desconoce la viabilidad presupuestaria y los plazos en el Ministerio de Economía y Finanzas. Yo, que tengo al ministro por un hombre de ideas claras, he quedado confundido. El nuevo canciller solo ha contribuido con unos comentarios que no nos han aclarado mucho, cuando dice “que no es que no se ha hecho nada en estos ocho años”, “se ha venido trabajando intensamente” y “esperan poder presentar el informe con las memorias necesarias en acuerdo con Costa Rica para la extensión de la plataforma, hasta septiembre”.

En un asunto tan complejo, delicado, especializado, el Gobierno debe informarle al país, por escrito, detalladamente, lo realmente realizado hasta el momento y lo que se planea realizar, con tiempos y plazos precisos, con lo que se evitan especulaciones, por ejemplo, sobre el papel de Costa Rica, con quien estamos de tiempo atrás definiendo nuestros límites marítimos; lo propio, con la posición del Ministerio de Economía y Finanzas, porque el Gobierno es uno solo; si internamente no hay acuerdos, nada está dicho y se ahonda la desconfianza ciudadana.

Los ecuatorianos esperan que se obtenga la extensión de nuestra plataforma continental por las muchas ventajas de orden económico, y porque nos hemos sentido humillados, impotentes, desprotegidos ante esa inmensa flota que se lleva nuestras riquezas marinas, y, nos preguntamos, ¿por qué se perdió tanto tiempo?; con el presidente anterior perdimos cinco años; con el actual, tres, y todavía las cosas parecen dudosas de ser alcanzadas en los pocos meses que restan de gobierno, y mientras se extingue el plazo de diez años. ¿Se está formalmente trabajando con la Comisión de la Convemar?

La responsabilidad es enorme: se trata del patrimonio nacional. (O)