El 9 de julio de 1925 estalló en Guayaquil la Revolución juliana que constituye, a pesar de a los excesos como en toda transformación política, uno de los capítulos más interesantes de nuestra vida republicana; sentó las bases del Estado moderno que vivimos. Interesante es que a pesar de sus grandes objetivos no se derramó sangre, lo que demuestra el respaldo casi absoluto de la sociedad que estaba harta de la gran corrupción de la plutocracia liberal, encabezada por el banquero Francisco Urbina Jado .
Esta revolución fue liderada por militares jóvenes a quienes apodaron l’os ideólogos’, y por un selecto sector de la academia, entre los que figuraban Luis Napoleón Sillón, Francisco Arízaga Luque, José Rafael Bustamante, Humberto Albornoz, Julio E. Moreno , Homero Viteri Lafronte y el rector de la Universidad Central Dr. Isidro Ayora. Ensayaron la posibilidad de un gobierno pluripersonal, una junta compuesta por siete miembros, quienes a la vez ejercían de ministros en varias carteras, con presidencia rotativa cada semana; experiencia que no logró consolidarse, por lo cual se decidió entregar el poder unipersonalmente al Dr. Isidro Ayora, el 1 de abril de 1926. Inició su mandato acudiendo a la asistencia de la Comisión Kemmerer que lideraba cambios estructurales en lo económico, social y humanitario, de ello señalo: creación del Banco Central como único ente nacional emisor de moneda; Superintendencia de Bancos para el control bancario; Contraloría General de la Nación para el control del uso correcto de los recursos nacionales; Caja de Pensiones que dio inicio la seguridad social en el sector público; Banco Hipotecario (posterior Banco de Fomento); Dirección General de Aduanas; direcciones General de Tesoro, Presupuesto, Obras Públicas, Ingresos; inicio de la asistencia pública, sanidad, jubilación, montepío civil, impuesto a la herencia, contrato individual de trabajo, duración máxima de la jornada de trabajo, descanso semanal, reglamentación del trabajo de mujeres y menores, protección a la maternidad, desahucio de trabajo, responsabilidad por accidentes de trabajo, etc. Este capítulo de nuestra historia debe ser analizado profundamente y recordado. (O)
Mauro Terán Cevallos, doctor en Jurisprudencia, Quito