Si frente a sus deudas a usted le proponen: “Le vamos a bajar el interés promedio del 9,5 % al 5,5 %, extender los pagos de 10 a 20 años, los cinco próximos años va a pagar muy poco, luego va creciendo pero en definitiva en los primeros diez años se ahorra dos tercios de los pagos, y en conjunto en valor real de la deuda (lo que llamamos Valor Presente) solo pagará un poco más de la mitad de lo que debía pagar”, ¿lo aceptaría, le parecería positivo? Creo que el 90 % de nosotros diríamos que sí lo es. Eso es lo que Ecuador ha conseguido.

Sin duda es financieramente bueno, porque nos alivia (ojo, no resuelve) los problemas de liquidez de próximos años. ¿No resuelve? No, porque no hay milagros, los bonos negociados solo representan 45 % de la deuda externa y un tercio de la total. Los pagos agregados de deuda del Gobierno bajarían de 8000 a 6000 millones anuales, pero aún hay que encontrar un espacio de arreglo con China y deudores internos (el caso del IESS es el más delicado). Los bonos son una parte de la deuda, y la deuda es una parte de los problemas que tenemos, y mencionando solo el ámbito financiero: próximamente se nos viene el casi colapso de la Seguridad Social, hay que reducir el tamaño del Estado y hacerlo más eficiente, y hay que crear un Fondo de Crisis claro y bien financiado que apoye a familias y empresas vulnerables.

Estratégicamente es muy importante porque siempre hay una pugna entre acreedores. Los privados dicen a los multilaterales (FMI, Banco Mundial): “Ustedes existen para eso, ayuden al país, nosotros seguimos cobrando”. Y los multilaterales responden: “Ustedes prestan ganando dinero y asumiendo riesgos, en este caso el riesgo significa renegociar los pagos porque hicieron una mala apuesta”. Y entonces el proceso ha ido paso a paso. Primero los multilaterales nos prestaron, aunque con reticencias y resistencias internas, ahora los tenedores de bonos han puesto sobre la mesa lo suyo con el acuerdo, luego vendrá la China probablemente con nuevos aportes y algún diferimiento de pagos (lo ideal sería rebaja de deuda, pero suena muy complicado), y luego los multilaterales volverían a la mesa con los 3000 millones y más que deben prestarnos hasta fin de año. Así lograríamos cerrar el círculo de financiamiento para 2020 y parcialmente 2021.

Lección: cuando se manejan mal las cosas, como los últimos diez años, el bumerán inevitablemente vuelve y golpea. Es imposible escapar a las consecuencias de los errores. Solo piense, estimado lector: uno, si hubiéramos mantenido los “fonditos” de ahorro, hoy tendríamos unos 10 000 a 12 000 millones a la mano para esta crisis; dos, si hubiéramos manejado mejor las finanzas públicas sin endeudamiento irresponsable, hoy accederíamos a los mercados internacionales en condiciones similares a otros países vecinos, a 10 o 20 años plazo con intereses del 3 % al 5 %.

Quizás nuestro mayor desafío es no creer que porque se renegociaron los bonos, ahora ya podemos “volver a la fiesta”, más que nunca debemos mantener un alto nivel de disciplina para que este proceso no sea simplemente anecdótico y en diez años estemos en lo mismo.

¡Debemos dar diez pasos importantes, hemos dado uno y lo hemos hecho bien, falta mucho por caminar! (O)