A veces la vida es egoísta y esquiva. No permitió despedir al ejemplar profesor, ilustre ciudadano, político comprometido, singular hombre público, idealista por la igualdad, paz y respeto, mortal virtuoso, vicioso de la honestidad ejercida en cada uno de los espacios de vida: trabajo, cátedra, función pública y política, hogar. Doctor Ramiro Larrea Santos (expresidente de la Corte Suprema de Justicia entre 1998 y 1990).
Lo conocí como profesor, luego comulgando ideologías afines, culminando con una amistad diáfana de mutuo respeto, donde se aprendían invalorables consejos. Me permito escribir estas líneas bordadas de eterna gratitud, como homenaje al preclaro patriota de virtudes cuyo nombre y apellido lleva rúbrica de la honestidad. Fue un genuino católico cristiano. Al partir, sé generoso, no te lleves esa rúbrica, riégala por todo el país, la institucionalización la necesita ahora más que nunca. Hasta pronto maestro. (O)
Carlos Alberto Zúñiga Romero, doctor en Jurisprudencia, Guayaquil








