Leonardo da Vinci afirmó que la sabiduría nace de la experiencia cuando fruto de lo bueno y lo malo que nos pasa en la vida incorporamos a nuestras decisiones y acciones nuevas ideas, nuevas formas de pensar, habilidades, destrezas, conductas o valores.

El dolor es uno de los maestros más efectivos para el aprendizaje humano, la historia está llena de casos que ilustran esto. Uno de los más significativos es la vida de Víctor Frankl, famoso neurólogo, psiquiatra y autor del libro El hombre en busca de sentido. Durante la Segunda Guerra Mundial, estando prisionero en Auschwitz y Dachau, se preguntó a sí mismo: ¿Qué puedo aprender de los sufrimientos a los que estoy sometido?

Víctor Frankl comprendió que la diferencia entre una persona que puede superar sus problemas y enfrentarse a la adversidad en la vida y una persona que no, radica en la capacidad de elegir a pesar de las condiciones que le toque vivir.

En sus propias palabras: “Las circunstancias externas nos pueden despojar de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo respondemos a estas circunstancias”.

Todos hubiésemos querido que no se presente la crisis del coronavirus, no tener que interrumpir nuestras habituales vidas, no estar confinados en nuestras casas ni cerrar nuestras empresas, alejados de nuestros amigos, seres queridos y colaboradores.

Hoy que estamos asomándonos a una nueva realidad tenemos la libertad de atribuir un significado a la crisis y a partir de este elegir qué vamos a hacer en nuestras vidas en el futuro desde los diferentes roles que tenemos: gobernante, político, empresario, profesional, trabajador, estudiante, padre, madre, hijo, entre otros.

Todo aprendizaje comienza por nuevas preguntas que nos hacemos y nuevas respuestas que nos damos con vulnerabilidad y humildad, por reflexiones que nos ayudan a descubrir cosas que desconocíamos antes.

Algunas preguntas podrían ser:

¿Seguiremos votando por el mismo tipo de políticos que hoy nos gobiernan?

¿Nos conviene una nueva organización descentralizada de recursos y decisiones para el país?

¿Cambiaremos nuestras estrategias y modelos de negocios?

¿Funciona nuestro estilo de liderar?

¿Qué tenemos que reinventar o rediseñar?

¿Nuestros valores son los que queremos para el mundo que estamos viviendo?

¿Seremos los mismos en nuestras relaciones con los demás y en nuestra vida personal?

La pandemia ha expuesto quiénes somos en el fondo, nuestras fortalezas y debilidades; si todos la utilizamos para tomar conciencia de que hay algo que nos podemos llevar de ella que sea valioso, entonces habremos sentado las bases firmes para un cambio duradero.

Hay mucho que aún no terminamos de comprender ni de resolver; en la medida que deseemos aprender a aprender, conforme los hechos se vayan dando, seremos capaces de salir adelante.

Aprender siempre será un maravilloso regalo que nos da la vida, ¡Cuando la sabemos aprovechar! (O)