Soy enemigo de la política y todo lo que ella envuelve. La leo tan solo para conocer a los actores y a quien sustrae bienes ajenos o comerciales con los dineros del Estado. Guardo silencio, pero anoto. Y vuelvo a ello cuando, absorto, veo negociados en plena crisis de salud. ¡Ni el coronavirus los detiene! ¿Vendrá nueva jugarreta judicial y todo quedará en el olvido? El pueblo (ya no digo los guayaquileños) los volverá a elegir.
Antes de seguir adelante, y cercanas ya las elecciones 2021, descubro una ‘perla’ en la historia del entretenimiento: en los años 60 la serie más popular de la televisión era La caldera del diablo (Peyton Place). Uno de sus principales intérpretes, Ed Nelson, vino a Guayaquil en gira promocional. Dijo tener ambiciones políticas. Efectivamente, años más tarde se postuló para el cargo de senador. El juez que las analizaba lo llamó: “Señor Nelson, para aceptar su candidatura tendré que pedir a sus rivales que tengan –en televisión– el mismo tiempo que usted ha logrado con su carrera. Como será difícil…, no puedo aceptar su candidatura, ha estado demasiado expuesto y eso lo beneficia”. Dejo en manos de los analistas el ya viejo comentario.
Vuelvo al tema inicial: vivo en el antiguo Barrio del Salado, hoy tiene otro nombre. Parte de la gente que habita este Barrio Garay carece de la mínina corresponsabilidad, música a todo volumen emana de sus fétidos talleres. Los chamberos dejan las esquinas convertidas en chiqueros. Los gritos de los vendedores, a los cuales las circunstancias les importan un carajo, llenan el ambiente, y botan gato muerto, zapatos viejos y comidas desechadas, a las viviendas particulares cuyos muros alcanzan los 2 metros. ¿Qué tal si toda esa basura proviene de un contagiado de COVID-19? Entonces, ¿es conveniente bajar los presupuestos a la educación? ¿Está bien permitir el comportamiento de este pueblo sin gota de sentido común de salubridad? ¿Es que deben seguir en la ignorancia? ¿Es qué la cuarentena es un letrero más en el diario vivir? ¿Es qué vamos a cambiar luego de la crisis? ¡Pamplinas, todo seguirá igual! Los hechos lo demuestran.(O)
Jorge Suárez Ramírez,
crítico de cine, Guayaquil