La desocupación que se viene dentro y después del COVID-19 es y será tremendamente alarmante y quizá más alta que en la época de la depresión de los años 30.
Quito es propietaria de la tuneladora que es ‘el topo’ que abre el metro. Pequeñas juntas parroquiales creo que no poseen carretillas, ni tractor, pero gana todo el mes el tractorista, aunque no esté laborando. Los GAD: juntas parroquiales, municipios y consejos provinciales, entes del Gobierno deben hacer ellos o contratar con terceros, obras públicas con el mayor número de personas. El costo de la obra subirá porque una hora de tractor debe ser mucho más barata que una cuadrilla de trabajadores, en materia de tiempo y avance de obra. Pero el dar trabajo a gente desocupada es una labor social más importante que un costo contable.
Pero habrá momento que no puedan contratar seres humanos, dada la complejidad de la obra que requiere maquinaria pesada de alta eficiencia. Un gran ejemplo es la minga de las comunas indígenas que serían un componente para mixtificar con fondos públicos destinados a obras públicas; de ello hay experiencias positivas. La participación de la sociedad realizando labores de control, la Contraloría brindando asesoría, fiscalizadores de campo de reconocida solvencia, cámaras de la construcción en calidad de veedoras ciudadanas, permitirán que se hagan obras con pico y pala, a los costos justos y razonables.
En la Costa, los agricultores y pescadores tienen otra organización y a través de sus cooperativas, cámaras de producción, poblados agrícolas; lograrían trabajos similares al pico y pala.(O)
Milton Kalinin Maldonado Espinosa,
contador, Cayambe