En el año 1842 se publica la novela Almas muertas, de Nicolai Gogol. Su trama es sobre un funcionario público llamado Chichikov que recorre por los alrededores de San Patersburgo para comprar a los dueños de los fundos los esclavos fallecidos, pero que aún para el fisco se encontraban vivos. Grotesco negocio que provoca indignación al lector. Pero en realidad lo que intenta Gogol es denunciar con gran precisión la desmedida corrupción de funcionarios y el desinterés de la población en aquel momento histórico de Rusia. Chichikov no piensa en no hacer nada malo, sino solo en que nadie diga que hace nada malo.
En el Ecuador de hoy, en cambio, los personajes como Chichikov operan a diario de forma aún más grotesca aprovechándose de la cuarentena, y diferente al Chichikov ruso, no le interesa que todos sepan quién realmente es. ¡Opera bajo la impunidad!
Quizás nosotros ahora, peor que la Rusia de aquella época, la compra a diario con sobreprecios de insumos médicos y pacientes dados por muertos cuando en realidad están vivos, sean suficientes recursos para escribir desde nuestras trincheras una segunda parte, pero no de la novela Almas muertas sino el de ‘Almas vivas’.(O)
Juan Carlos Cassis Dahik,
máster en Derecho privado, avenida Samborondón