Mientras que desde el seno de la ONU llaman a los países a unirse para enfrentar aquello que se ha llamado el bloqueo internacional, generado por la lucha contra el COVID-19, en Ecuador aún no llega la consecuente y apropiada respuesta solidaria del país para con Guayaquil, población que se volcó con ayuda a Manabí en el terremoto del 2016. Solo han arribado hasta ahora desafortunados mensajes divisionistas, pocos ofrecimientos de socorro, unos líricos, otros calculados, incluidos los de activismo político; y claro, no faltan los de los trolls correístas inflamados de odio, buscando enfrentar a guayaquileños con sus líderes. Hay que decirlo claramente así.

Vamos a repetir lo que todo el país conoce: el sistema de salubridad de la ciudad –público y privado– no se abastece para atender a los infectados; acumulación de cadáveres sin certificados de defunción, por lo que no pueden sepultarse; bajas mortales en el personal de médicos y demás trabajadores de la salud; y, ya se empieza a producir la extenuación de los recursos económicos en los grandes segmentos asentados en barrios marginales de la ciudad, reduciéndose a la par sus posibilidades de adquirir alimentos.

Sin duda hay grandes esfuerzos del equipo liderado por el vicepresidente de la República y de organizaciones locales para intentar atender la pandemia y sus efectos sociales colaterales, pero no son suficientes… ¡No son suficientes! Y por ello ya se percibe depresión, angustia y miedo entre las emociones del conglomerado. Todo esto, cuando no se ha completado un mes del “encierro” en las casas a tiempo parcial, para intentar detener la propagación del virus.

Es que el confinamiento podría continuar como ha ocurrido en otros países y sobre todo porque además hay noticias provenientes del Reino Unido, en donde el COVID-19 no solo ha cobrado la vida de personas de edad avanzada, sino también de adolescentes. El único lugar donde el virus no ha causado estragos sería la Antártida.

En África, algunos gobiernos ya empezaron a establecer medidas de contención más estrictas. Por ejemplo Lagos, en Nigeria, es una de las recientes ciudades ‘cerradas’.

Por lo anterior, la problemática de Guayaquil y sus áreas de influencia necesita de una solidaria respuesta nacional, del sector público y privado, conjugada, efectiva y completa, pues las cifras de infectados y víctimas mortales son de tal magnitud que han sido resaltadas en los noticiarios internacionales. Esto último sirve para sustentar los urgentes pedidos a la comunidad internacional tanto de ayuda económica como de desinfectantes de manos, termómetros, fármacos que pertenecen al grupo de antivirales que en China y en España han sido efectivos; suplementos para fortalecer el sistema inmunológico, vestimentas, guantes, cubrebocas, equipos para terapia, etcétera.

Mientras lo anterior se concreta (o algo de ello se logra) invito a reflexionar a los guayaquileños, parafraseando a la física Marie Curie, en que ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos. Además, esto también pasará (dicho persa).

(O)