El lunes de esta semana envié el texto entre comillas, que adjunto, a los integrantes de los chats en los que participo, con la finalidad de proponer pautas para el cumplimiento cabal de su misión.

“Escribo desde mi reducto. Mis ocho décadas aún resisten. Hago lo prescrito para conservar la vida. Comparto la desazón de ustedes cuando la gente en vez de quedarse en casa sale a la calle sin acatar las disposiciones pertinentes, poniendo en riesgo la salud de la comunidad. También comprendo a quienes la carencia de una vivienda cómoda y digna les ha condenado a un suplicio cotidiano.

“Siento igual desasosiego que ustedes cuando en los chats –en este y en otros en los que participo– personas versadas e ignaras en ciencias médicas y sociales, políticos e independientes, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, en uso de la ‘libertad de expresión’, opinan, critican decisiones, dudan sobre declaraciones oficiales, señalan culpables, difunden conjeturas, esbozan soluciones, pintan tragedias, avizoran apocalipsis y terminan por desdibujar un posible horizonte de paz, tranquilidad y salvataje para el país, permitiendo que el miedo y la angustia ocupen el puesto del optimismo y la esperanza.

“Quisiera pensar que quienes así se comportan lo hacen de buena voluntad porque intentan encontrar soluciones, corregir comportamientos, romper su aislamiento, señalar culpables, proponer inclusive un cambio de Gobierno, acusar sin fundamentos. No puedo imaginarme siquiera que en esta hora de la Patria haya gente malintencionada que busque atizar el fuego, sembrar cizaña, alimentar protagonismos, crear el caos e impedir una fusión de fuerzas en bien del país.

“¿Qué necesitamos los ecuatorianos? Alimento para nuestro espíritu y abandono total de todo aquello que es comida chatarra para nuestra mente: la difusión de noticias falsas, de conjeturas, de versiones y opiniones sin firma de responsabilidad, de dimes y diretes, de juicios temerarios, de videos tendenciosos, de sesgos políticos inadecuados e inoportunos, de quejas y más quejas, etcétera.

“¿Qué necesitamos hoy? Despojarnos de nuestra camiseta personal (que con derecho representa a la provincia donde nacimos, al barrio, al grupo de amigos, a nuestro apellido, a un partido político, al club, a nuestros gustos, etcétera) y en su lugar ponernos la camiseta del país, de ese país que un día se sintió unido por un Sí se puede, que hoy debe ser nuevamente la consigna de cada ecuatoriano. Ecuador necesita a un pueblo unido bajo una misma bandera para derrotar al COVID-19.

“He optado por difundir chats que inviten a la esperanza, canciones que nutran el alma, propuestas positivas, avances médicos certificados, proyectos de ley que propicien cambios urgentes, apoyo a iniciativas en bien de los demás, rechazo a críticas innecesarias, firme repudio al regionalismo y segregacionismo, porque no es la hora ni el medio para hacerlo. Los males que se detectan –y claro que existen– no son para ventilarlos en las redes sociales, incapaces de ofrecer soluciones. Las redes sociales son armas de doble filo, usémoslas para producir y difundir optimismo, serenidad, conocimiento, justicia, honestidad, unión de patria, distensión, vida de familia”.

El precio de la grandeza es la responsabilidad”, Winston Churchill. (O)