Me encontraba en una lavadora de carros y una señora (35 años) también esperaba la lavada de su automóvil. Como no me es difícil entablar conversación le pregunte cómo así estaba ella y no su marido en esa lavandería; respondió: “Así pasa, yo soy la que hago de todo. Mi marido parece la señora de la casa”. Le dije que las mujeres saben de todo, hacen de todo y nunca se cansan. “Así es”, me respondió, y añado, en buena hora.
En mi generación –me incluyo– nos criaron algo inútiles para ciertas cosas. De chico, mi abuela no permitía que los hombres ingresáramos a la cocina y nos sacaba de las orejas y nos decía: “La cocina es para las mujeres”. Mi madre continuó con la misma política y años después mi mujer. De soltero nunca viví solo ni en el exterior, de suerte que además de calentar agua en el microondas para tomarme mi cafecito, en materia de preparación de alimentos no sé hacer nada más. La generación de mis hijos, al contrario, sí saben cocinar, al menos no se morirán de hambre. Mi hijo mayor cuando trabajaba en Quito, de soltero, tomó un curso de chef. Cocina y sirve los platos muy bien presentados cuando ayuda a mi esposa un domingo que lo invitamos a almorzar.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, iluso significa soñador; inútil, significa según el mismo DRAE, “no útil, en el sentido de que algo se dañó o no sirve, o no es necesario”. Prefiero el concepto generalizado “no es bueno para nada”, al contrario de “todólogo”, que hace de todo. Me incluyo en el concepto de no ser bueno para ciertas cosas, por ejemplo, para cocinar. Sin embargo, a esta edad, que tengo más tiempo, me estoy interesando en la cocina y la acoso con preguntas a nuestra empleada, cómo se prepara tal o cual plato. Lo que no me anima del todo a la preparación de alimentos es enjuagarlos, cortarlos y lavar utensilios. No nací para ser buen cocinero. Mejor me quedo de teórico de la preparación de alimentos y cuando mi empleada renuncie o ya no esté mi esposa, me iré a vivir a un refugio de ancianos como el Hogar San José, o alguno más económico.(O)
Sucre Calderón Calderón,
abogado, avenida Samborondón