Yo no te pregunto de dónde vienes, mujer, porque sé que vienes de muy lejos, desde los siglos y los tiempos, vienes vestida de muchas vidas y muchos rostros. Hablas en cien voces y cien lenguas. Vienes de todas partes, desde el umbroso bosque, las nieves de la montaña y las arenas de los mares. Vienes con tierra en las manos, con las alas rotas, vienes bañada de lluvia y cansancio.
Yo no te pregunto de dónde vienes, mujer, porque vienes desde mis raíces, estás anclada a la tierra para convertirte en árbol, de tu vientre salen ramas y en ellas se anidan los jilgueros. Eres el principio y el fin de todas las especies.
Vienes vestida de muchos cuerpos, eres Juana, María y eres Rosa, la campesina, la tejedora, la maestra y de tus cicatrices nacieron otras Juanas, Marías y Rosas, cada vez más fuertes, como racimos de guerreras. Tus heridas ayudaron a sanar las heridas de cientos de mujeres que hoy no conocen de jaulas o encierros.
Vienes negra, mestiza, vienes india con los rasgos de la Pachamama y vienes chola bañada del sol de los arrozales, sin embargo eres una sola piel. Eres una sola mujer. Estás en la plegaria del inocente y en la pupila de cada neonato, eres el primer beso del ser humano al nacer, eres el soplo de la vida.
Mujer, ya no tienes silencios, hablas con voz de trueno sobre tu cuerpo, tu libertad, tus derechos. Te miras al espejo y ves a otra mujer, la que baila en la pestaña de la luna, la que libra mil batallas y no permite derrota ni miedo. Ves a la mujer que no es igual a tu madre, ni será igual a tu hija, ni es la que se ancló en el pasado, eres tú, única e inimitable y eres la que ha puesto luz en todas las sombras.
Vienes de muy lejos y eres la que sueña los sueños de todas las mujeres del mundo, tú cantas, tú escribes tu propia historia, tú pintas tu propio lienzo. Nadie podrá almorzar tu corazón, al decir de Gioconda Belli, porque eres guitarra y eres canción. Tu corazón te pertenece solo a ti, eres la dueña de tu vida y sus designios.
Mujer de dos siglos, hoy estás aquí, en esta sala, eres Margarita, que canta y poetiza la vida, y eres Linda, enamorada de la ciencia. Eres Anamaría, que fotografía al mundo, e Isabel, comunicadora y periodista. Eres María Clara, en alas de la danza, y Carolina, con sus delicias del paladar. Eres Cecilia, custodia del medio ambiente, y Azucena, que recrea la vida sobre el escenario. Y eres Bella, soñando con las Olimpiadas; ustedes son mujeres promesa y camino de luz. Por eso, Hogar les dice gracias por la senda recorrida.
Ustedes convocaron con su voz de promesa a centenares de mujeres y les hablaron a las mujeres de todo el planeta, a las que caminan por los chaquiñanes, a las que tejen las redes, a las que se deslizan en la sombra de los portales, a las que son victimadas y marginadas. Ustedes les dicen que sí existe un mañana mejor, sin feminicidio, sin violencia y sin miedo, les dicen que no caminen detrás de alguien, que no permitan velos sobre su rostro ni sobre su alma. Ustedes, mujeres ecuatorianas, son antorcha, son luz, son libertad, son quienes señalan la ruta para aquellas que aún permanecen invisibles.
Por eso yo no te pregunto de dónde vienes, mujer, solo te pido que me lleves contigo, que me tomes de la mano, llévame a arar la nueva tierra y sembrar la nueva espiga. Soñemos juntas el sueño de la esperanza, mujer árbol de la vida, yo te sigo.(O)
* Discurso por la Ceremonia Mujer del Año 2019, realizada el pasado 8 de enero de 2020.