El próximo año es un frente de varias expectativas, en diferentes aspectos relacionados con lo urbano a nivel nacional. El primero de ellos tiene que ver con la realización del próximo censo nacional de población y vivienda, que se realiza cada diez años en nuestro país. Este censo será el medio a través del cual obtendremos evidencias sólidas sobre los cambios ocurridos en la distribución poblacional ecuatoriana.

Aquí se confirmará finalmente si Quito vuelve a ser la ciudad más poblada del país, título que no ha ostentado desde 1880. Además, el próximo censo puede darnos luces certeras sobre el impacto aún vigente en las poblaciones afectadas por el terremoto de abril del 2016; así como de ciertas tendencias que suelen ser imperceptibles. Por ejemplo, en el censo anterior se reflejaron cambios dramáticos, sobre todo en las ciudades intermedias. Fue en aquel entonces que Ambato dejó de ser la cuarta ciudad más poblada, al rebasarlas Santo Domingo de los Tsáchilas y Durán.

A todo esto debemos agregar el hecho de que este censo revelará mucha información sobre los cambios en las tendencias migratorias. Es muy probable que en esta ocasión veamos un mayor ingreso de personas a nuestro país, al tiempo que el número de ecuatorianos que buscan suerte en otro país debe tener una tendencia a la baja. El censo servirá para adjuntar las políticas nacionales en diferentes estratos de gobernabilidad, revelándonos nuestras circunstancias actuales como país.

En paralelo, para mayo del próximo año deberíamos tener una visión clara de las gestiones de las nuevas alcaldías de las ciudades más importantes del país. Conviene dejar siempre un tiempo prudente para que las autoridades municipales posicionadas este año muestren las directrices principales de lo que serán sus respectivas administraciones.

En materia de movilidad, Quito y Guayaquil aspiran a inaugurar sus sistemas de transporte público. En Quito se espera que el Metro de la ciudad ya esté operativo. Lo mismo ocurre con el proyecto de la Aerovía en Guayaquil. Ambos proyectos han generado tanto expectativas como polémicas. Para finales del próximo año, todas las incertidumbres deberán estar resueltas.

Finalmente, en el caso específico de la ciudad de Guayaquil, la ciudad se prepara para celebrar el bicentenario de su independencia. Para tal conmemoración, la Alcaldía de Guayaquil ha preparado una serie de proyectos, que esperamos que estén a la altura de dicha celebración histórica.

Así como hay expectativas, también hay vacíos sin atender, casi todos ellos vinculados con aspectos de orden ambiental, como la descontaminación de ríos y el déficit de árboles en las ciudades más pobladas del Ecuador. Esperemos que aquellos vacíos se conviertan en nuevos desafíos a ser tomados durante el año que viene.

El fin de una década nos encuentra con logros, fracasos y desafíos que definirán los nuevos objetivos a alcanzar en la década que estamos por comenzar. Esperemos estar a la altura que demandan los nuevos tiempos. No podemos solamente seguir atendiendo las necesidades del pasado. Debemos ponernos al día, al tiempo que atendemos las necesidades de nuestras nuevas circunstancias. (O)