Morirse de sed junto a la fuente. Refiriéndome a un artículo de opinión, del 25 de noviembre de 2019, sobre una solución para regularizar la economía del país, al usar un crédito multilateral de $3 mil millones para indemnizar a 150 000 trabajadores, con un promedio de $20 000 por trabajador, hay que decir que:

Los que políticamente quieren mantener votos cautivos con el eslogan ‘la caridad ya es de todos’, mal informan que se trata de profesionales que reciben salarios de menos de los $1 000, y es precisamente a ese estrato de empleados a los que se perjudica, queriéndose mezclarlos con un millón doscientos mil campesinos que indirectamente los falsos administradores los afilian con $2 mensuales a ellos y sus familias; cuando deben pagar como mínimo $86 por abonar sobre los $400 de salario mensual, y sin registrar el patrono. Perjudican con $1000 millones anuales al IESS y a los verdaderos afiliados que bordean los 8 millones de aportantes, y menoscaban los recursos para que no sean atendidos con medicinas y médicos. En esos un millón doscientos mil campesinos hay por lo menos el 10 % de falsos campesinos, que tienen 2 hectáreas de terreno, o sea 20 000 metros cuadrados de tierra para cultivo, pero no la trabajan. Ahí está el eslogan ‘la patria ya es de todos’, pero de todos los sapos, porque además no pagan impuestos. Y por allí está un 10 % de campesinos, o sea 120 000 de los 150 000 que hay que regularizar.

Veamos más, de los que reciben beneficios paralizan el tránsito interprovincial y urbano, generan caos y perjudican a los que sí trabajan, al comercio y turismo. Vemos inspectores de ambiente o que andan por la calle buscando qué hacer, con uniforme con el arcoíris. Fácil llegamos a los 150 000 indemnizados que permiten que se regularice el sistema laboral, y que de carambola se regularice la economía del país. Ojo, no se toma en cuenta a los que dicen que trabajan en contrabando de combustibles y otros trabajos ilícitos que también perjudican la economía del país. Miren lo que pasa en Chile que está en una convulsión por la falta de autoridades de control honestas, el modelo exitoso de seguridad social ha dejado en la calle a la mayoría de los aportantes a ese sistema privatizado por sapos, y que algunos economistas lo proponían a Ecuador como panacea.

El progreso del Ecuador está en no seguir perjudicando el sistema judicial, queriendo ser juez y parte en el escogimiento de autoridades de control, jueces y de superintendencias.(O)

Salvador C. Loffredo Autheman,

ingeniero civil, avenida Samborondón