“Yo tengo un sueño”, considerado como el mejor discurso del siglo XX, fue pronunciado por Martin Luther King Jr. en agosto de 1963, durante la marcha en Washington por la libertad, igualdad y convivencia en armonía de las comunidades negras y blancas en los Estados Unidos. Este discurso jugó un rol definitorio en la promulgación de leyes para los derechos civiles. Si bien la lucha de Luther King, que le valió el Premio Nobel de la Paz de 1964, estuvo inicialmente centrada en la segregación y discriminación racial, luego también se orientó a la guerra y la pobreza.

En su discurso Luther King expresa con firmeza la necesidad de cambio y justicia e incita a no abandonar la lucha por los ideales, sin embargo, resalta con igual firmeza que el único camino debe ser el de la no violencia. El discurso aglutina los que deberían constituir los propósitos de los seres humanos: unidad y cooperación, dejando de lado las diferencias.

Nuestro país enfrenta momentos de convulsión e incertidumbre con temores a un futuro incierto. Pero al igual que Luther King debemos soñar y luchar por el Ecuador que queremos y, al igual que él, debemos promover una lucha sin violencia. La violencia genera más violencia. La no violencia no es sinónimo de pasividad, es defender y luchar por lo que creemos y queremos sin perder legitimidad.

Yo tengo el sueño de Ecuador con gobernantes que dejen de ver a los ciudadanos como “pobre gente” a la que hay que salvar. No necesitamos salvadores. Necesitamos gobiernos que cumplan el rol para el que los hemos contratado, manejando honestamente nuestros recursos.

Yo tengo el sueño de políticos que dejen de usar el término “pueblo” para su conveniencia, que abrazan y besan a ese pueblo para conseguir votos pero que luego se blindan tras cuadrillas de asesores y asistentes, volviéndose inalcanzables para “su pueblo”.

Yo tengo el sueño de una sociedad con ciudadanos que no esperemos que alguien nos salve ni que responsabilicemos a otros de nuestras propias falencias. Una sociedad que exija a sus gobernantes manejar responsable y honestamente los recursos para crear y promover los espacios apropiados de desarrollo para todos.

Yo tengo el sueño de una sociedad que rompa los grilletes mentales que los oportunistas y corruptos nos colocan para manipularnos. Seremos realmente libres cuando nuestras decisiones no dependan de un maestro, líder, caudillo o cualquier término que se adjudiquen.

Yo tengo el sueño de un Ecuador unido, con su Costa, Sierra, Amazonía y Galápagos uniendo fuerzas en la construcción de un país próspero y equitativo. Un país en que sus habitantes, sin importar su origen o nacionalidad, puedan unir sus manos y trabajar en armonía tomando consciencia de que en nuestra diversidad está nuestra fuerza.

“Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad… desde cada pueblo…, desde cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: ‘¡Por fin somos libres. Gracias a Dios todopoderoso!’”. Martin Luther King. (O)