¡Qué importa que no sea verdad. Es una noticia bomba y saldrá a la luz!, dice el asesor presidencial Conrad Brean (interpretado por Robert De Niro) en la película Wag the Dog –titulada en español La cortina de humo– (1997), que es una crítica a la credulidad del público, de los periodistas y medios de comunicación ante eventos que aluden a las emociones, al morbo y al sensacionalismo.
El cura José Tuárez sabe de eso. Al frente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), con pose de caudillo y total desfachatez, se muestra arrogante o reparte bendiciones, se declara perseguido o amenaza con denunciar presuntos hechos de corrupción de quienes podrían ser sus opositores; como dice una cosa dice otra, se vale de todo con tal de acaparar titulares, flashes y espacio en la televisión.
Los norteamericanos usan la expresión wag the dog para referirse a las artimañas que emplean los políticos para crear una cortina de humo sobre determinado hecho, buscando distraer la atención del público. Esa triquiñuela le está dando réditos al cura, acolitado por los otros tres consejeros con los que conforman la mayoría del organismo encargado de velar por la transparencia y designar a las autoridades de control del país.
Las denuncias de irregularidades en la calificación de la candidatura del cura Tuárez y el hecho de realizar proselitismo, ante la proximidad de elecciones, le acarrearon solicitudes en la Asamblea para llevarlo a juicio político. Contraatacó con sus acólitos nombrando una comisión que revise el proceso administrativo de selección y designación de los jueces de la Corte Constitucional (CC), entidad que se pronunció sobre lo actuado por el Consejo de Participación transitorio, lo que alborotó aún más el avispero. Se presentaron denuncias ante la Fiscalía General del Estado en contra de los consejeros de mayoría que deberán responder política y penalmente por el delito de “incumplimiento de decisiones legítimas de autoridad competente”.
Hubo más declaraciones de persecución política: “Dejo en claro que si me pasa algo por la documentación que se maneja, la culpabilizo a usted, ministra María Paula Romo”, advirtió el cura con histrionismo propio de tiempo de campaña. Hasta para él eso resulta mucho circo. El jueves, la jueza Irene Pérez, de la Unidad de lo Penal de Pichincha, aceptó el pedido de medidas cautelares presentado por el asambleísta Fabricio Villamar, en contra de la conformación de la Comisión Especializada para revisar la designación de los jueces de la CC.
No faltó la asambleísta que, haciendo sumas y restas, opinó que si bien “el comportamiento del cura Tuárez es impresentable”, se deben dejar de lado subjetividades y pensar que quien lo reemplazaría podría resultar peor.
Lo peor sería que no se hiciera lo suficiente para demostrar los actos denunciados y él logre capitalizar, en una nueva candidatura, toda la exposición mediática que está acaparando, porque en su discurso y poses se delata un paralelismo: Tuárez/Correa - Maduro/Chávez.
Al inicio de la referida película, en letras blancas sobre fondo negro, se lee a manera de justificación del nombre de la cinta: “¿Por qué un perro menea la cola? Porque el perro es más inteligente que la cola. Si la cola fuera más inteligente, la cola sería el perro”. Es decir que el poco sentido crítico de la audiencia la hace sucumbir ante las distracciones que representa el meneo de la cola del perro, permitiendo que calen las imágenes emotivas y los discursos de aspirantes a caudillo, perdiendo de vista el motivo que desató la controversia y la evidencia sustentadora de los hechos verdaderos. (O)





