Quiero recordar algunas cosas en Guayaquil:
- Estudié la primaria en la escuela municipal Nº 3 Leonardo R. Aulestia que quedaba en Sucre entre Pedro Carbo y Chile, donde ahora es el Museo Municipal. Cuando estaba en sexto grado hubo el terremoto de Ambato, de 1949. El profesor se paró en la puerta con su palo de chonta en la mano y dijo, de aquí nadie sale porque prefiero “soñar” a alguien, a que se mate en la escalera, que no tenía pasamanos.
- En la parte posterior donde ahora es la Biblioteca Municipal hace muchos años había un solar y allí hicieron un comedor municipal, vendían almuerzos baratos. El espacio que sobraba lo usaron para guardar carretillas que decomisaban los policías municipales. Ahora el Municipio hace el concurso de las huecas para premiar a los sitios que preparan buenas comidas, en ese entonces no había concurso, solo se nombraban los sitios para comer bien: el restaurante El piave, de José Perrone, de cebiches, sánduches de chancho y corvina frita; Corsiglia, de los más exquisitos ravioles, filetes de corvina frita y en Semana Santa la fanesca de bacalao y humitas estaba en Colón y Noguchi, diagonal a donde ahora está el castillo de Alavedra y Tama; Sr. Pignataro, Sucre y Chile, vendía sánduches de jamón y copas de vino; las carretillas, en el malecón al pie de la torre morisca, a cualquier hora del día y sobre todo las noches, se encontraban los secos de gallina, y chocolate con aplanchados. El exalcalde Assad Bucaram los clausuró porque pensaba que daban mala imagen al malecón Simón Bolívar, y no era así. El tradicional chocolate se servía en vaso de fierro enlozado despostillado, con una jarra de agua en cada mesa, porque después del chocolate se tomaba un vaso de agua, dado que “el chocolate y el agua se hacían por dentro del cuerpo, sangre”, esa era la creencia.
-El 9 de octubre iba al bulevar, pues se hacía el desfile cívico-militar con militares y estudiantes de secundaria; el público era educado. Los 10 de octubre observé los desfiles de los bomberos. Los 12 de octubre había fiestas con el palo ensebado, ollas encantadas y bailes. El 2 de noviembre, el Día de los Difuntos, todos iban a visitar los cementerios, no dejaban basura. El 24 de diciembre la tradición era asistir a la misa del niño y luego a casa para tomar chocolate con pan de Pascua. Los niños se tenían que ir a dormir temprano para que el Niño Dios dejara regalos en los zapatos que se encontraban al pie de la cama, así se levantaban temprano el 25 de diciembre. El 31 de diciembre había juegos pirotécnicos, castillos, vacas locas, quema de años viejos con la lectura de los testamentos, comíamos toda la familia, pavo relleno, este relleno era preparado dentro del pavo; los hombres bebían cerveza y las mujeres mistela o rompope.
Algunas de dichas tradiciones siguen en Guayaquil, pero de distintas maneras en las generaciones actuales.(O)
Augusto Vizcaíno Ronquillo,
doctor en Medicina, Guayaquil








