No nos disgustamos cuando nos dicen “viejos” porque tratamos de envejecer de la manera más joven posible con dignidad. Indignos son los irrespetuosos que creen que la vejez es indignidad. 

A los adultos mayores se nos ha arrugado la piel pero no el cerebro para reclamar nuestros derechos. Conozcamos las leyes pertinentes para no dejarnos maltratar. Tenemos los años que nos faltan por vivir, podemos disfrutarlos en vez de padecerlos; tomemos como ejemplos a grandes personajes como Picasso que inventó, creó, trabajó hasta el día de su fallecimiento; como el compatriota doctor Julio César Trujillo (expresidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio) que hasta los 88 años de edad guerreó por la institucionalidad del país, fogueado de “gallo de combate” contra la corrupción. 

El ser humano es una obra. Deprimirse, encerrarse en casa, no salir a caminar..., es comenzar a morir un poco. La vida es lucha, sin importar la edad, “porque el justo cae siete veces y vuelve a levantarse”, Proverbios 24:16. 

Somos una suma de experiencias. La edad avanzada es un reto, podemos trazar proyectos y emprender acciones de los que podamos enorgullecernos y de las que hablen con satisfacción familiares y amigos. Es insensato creer que al viejo solo le espera la muerte. “No hay nada peor que estar muerto antes de morir”, sentenció el filósofo Séneca. 

Los jubilados no somos una carga para la Seguridad Social porque aportamos económicamente durante 30, 40 o 45 años para tener con derecho una jubilación digna, nada es gratis; no somos culpables de que los gobiernos en diferentes épocas hayan puesto a políticos a dirigir la institución en vez de a expertos en la materia, de que hayan cometido muchas ilegalidades con los fondos de los afiliados. 

En países como Estados Unidos los jubilados reciben pensión digna,  medicinas cada seis meses, atención médica sin petardear una cita como en nuestro país que a veces llega tarde cuando el afiliado ha muerto. Tomen conciencia de los  abusos y maltratos a los adultos mayores.(O)

César Burgos Flor,

jubilado, licenciado en Comunicación; Guayaquil