Soy madre de familia y siempre me he caracterizado por inculcar a mis hijos a hacer lo correcto. Es difícil demostrar a los chicos que hacer lo correcto es siempre mejor, cuando te topas con sistemas inoperantes estatales.
Empezamos con el trámite de la obtención de licencia de conducir para mi hijo de 18 años, se enroló muy a su pesar en la escuela de conducción durante las vacaciones, para ir “ganando tiempo”, pues estábamos al tanto de lo engorroso que era el encontrar “turno” para sacar la licencia. Terminó la escuela el 17 de marzo del año en curso, luego de 20 días pudimos ingresar a la página web de los turnos y como era de esperarse, su turno se dio para dos meses y medio más tarde. Como el examen psicosensométrico había caducado, pues solo dura dos meses –información que sí consta en la página de la ANT, Agencia Nacional de Tránsito– fuimos a la escuela de conducción cercana a nuestro hogar para que le tomaran un nuevo examen.
Pueden entender la frustración que tuvo mi hijo luego de haber esperado dos meses y medio, cuando al llegar su turno le indicaron en la agencia de la ANT que el certificado psicosensométrico no le valía, pues este no se había realizado en la misma academia donde se hizo el curso; información que no se la dieron ni en la academia a la que fue ni se encuentra en la página web de la ANT, donde constan los requisitos para la obtención de licencias por primera vez. Como resultado, perdió el turno, perdió el tiempo y le dieron ahora cita para ¡dos meses después!, es decir, cinco meses después de haber terminado el curso de conducción.
Además de pasar un mal rato, salió frustrado y lo peor es que me dijo: “Hubiéramos pagado al tramitador que me dijeron y ya hubiera tenido la licencia”, a lo que respondí que mis principios no me dan para hacer eso, no lo habría hecho y no lo pienso hacer. Pero es evidente que habría gastado lo mismo, ahorrado un montón de tiempo y evitado el mal momento.
Si “no se dan abasto”, respuesta que dio la funcionaria estatal, hagan valer el certificado al menos por cuatro meses y brinden capacitación a sus funcionarios, que además de tratar con displicencia a la gente, están impedidos de dar soluciones, por estar “atados al sistema”. La mejora en la atención al usuario es imprescindible, al final somos quienes les pagamos el sueldo.
Ojalá las autoridades respectivas tomen en cuenta este reclamo.(O)
Cristina Jervis Cevallos,
magíster en Ciencias Internacionales, avenida Samborondón