La revista Vistazo publica de manera detallada los resultados obtenidos por los colegios ecuatorianos en las pruebas Ser Bachiller. Información interesante de la cual se pueden sacar decidoras observaciones. Por ejemplo, que entre los colegios mejor puntuados en estos exámenes hay un predominio abrumador de la educación privada sobre la pública. También una fuerte presencia de pequeñas unidades educativas privadas. Así se pueden hacer muchos cruces y análisis. ¿Todo esto qué significación tiene? Lo que mide un test de este tipo es conocimientos estandarizados, siendo imprecisa cualquier extrapolación. ¿Es eso lo que cabe esperar de la educación? Planteemos mejor esa pregunta: ¿es solo eso? Por cierto que no, hay factores refractarios a este tipo de mediciones. Pensemos en el liderazgo, la creatividad, la visualización de oportunidades... en verdad estas capacidades probablemente tengan un componente innato, pero no es menos cierto que con adiestramiento adecuado se pueden desarrollar.
Es posible acceder a reportes de mediciones de calidad de instituciones educativas enfocadas en los resultados, en los “logros” o lisamente en el éxito que los educandos consiguen en sus carreras profesionales. Se analiza para ello el acceso a los cargos directivos en empresas, en estructuras políticas, en universidades y academias. Suena realista, pero en todo el mundo, desde que el mundo es mundo, el alcanzar determinadas posiciones está fuertemente sesgado por componentes de estructura social y de prejuicios tanto negativos como positivos. ¿Será entonces la consecución de determinado estatus el objetivo de la educación? Podría decirse que sí, si lo que se oferta es, por ejemplo, maestrías en administración de negocios (MBA), que sirven para personas que específicamente buscan prosperidad financiera, pero difícilmente puede ser el parámetro al que se someta la educación básica y media, a la que deberían acceder todas las personas, entre las cuales hay muchísimas cuya meta en la vida no se mide en términos monetarios o de prestigio.
Pero tampoco la educación puede ser un proceso autorreferenciado, en el que se aprende “lo que hay que aprender”, sino que ha de tener una orientación teleológica, un fin, un propósito. ¿Cuál es ese propósito? Si la educación es el proceso mediante el cual “el ser humano llega a ser lo que es”. Si nos convierte en algo que no somos, no es educación, sino amaestramiento. Así se hace con los animales, a los que se enseñan rutinas, comportamientos reflejos, que imitan o remplazan a los humanos. De hecho ha habido mucho de amaestramiento o incluso de doma en la educación tradicional. Siguiendo el hilo teleológico, de las finalidades, tenemos que el propósito del ser humano es ser feliz y bajo ese horizonte ha de desarrollarse todo lo que tiene que ver con su vida. La educación no hace felices a las personas, pero les da las herramientas mediante las cuales pueden lograr el elusivo tesoro de la felicidad. Mas, en su misma instrumentación, en el propio proceso educativo debe procurar felicidad, para que el sujeto se integre voluntariamente en él. ¿Qué colegios educan con esta perspectiva? (O)