El 31 de mayo de 1819 nació Walt Whitman en Huntington (Long Island, Nueva York), quien se convertiría en el gran portavoz de los ideales de una nación naciente y también de lo que podría ser el humano universal. Debido a las atribulaciones familiares, marcadas por el alcoholismo de su padre y algunos de sus hermanos, abandona la escuela a los 11 años y empieza a trabajar de recadero de abogados y médicos, aprendiz de impresor, cajista de periódicos y semanarios, maestro itinerante de escuela, hasta llegar a fundar un periódico, ser editor jefe y también tendero y librero.
Whitman se entregó por más de 37 años a Hojas de hierba, un libro de poemas que crecía y se reordenaba de manera distinta en cada ocasión y que es un monumento de la palabra. Eduardo Moga, el traductor de una de las ediciones más confiables (Barcelona, Galaxia Gutenberg & Círculo de Lectores, 2014), escribe: “Hojas de hierba encarna una formidable conciencia individual, un yo de dimensiones e intensidad máximas, un ser pleno y vivísimo, alejado tanto de la fabulación como del juego de máscaras, y volcado íntegramente en sus páginas”.
Hojas de hierba contiene dos grandes ejes: Estados Unidos y el yo, tan diferentes entre sí y, al mismo tiempo, tan identificados. Y elabora una nueva épica que propone una sociedad abierta para todos, atenta a las transformaciones positivas, sin establecer privilegios y compuesta por una multitud en la que cada persona halla un lugar digno en ese tejido social. Por esto Whitman es un demócrata y este poemario también es visto como el canto del poeta al pueblo y a la democracia. Se trata de un catálogo en verso libre (acaso reinventado por Whitman) que reivindica la igualdad entre los humanos.
Durante la Guerra Civil Whitman acompañó a los heridos de la conflagración y padeció de cerca el horror de la batalla. En una conferencia que dicta en Nueva York coincide con José Martí (quien fue el primero que habló de él en Hispanoamérica) y el novelista Mark Twain. Fue también contemporáneo de grandes escritores como Nathaniel Hawthorne, Herman Melville y Henry David Thoreau. Harold Bloom ha señalado que Whitman es el centro del canon literario norteamericano. Su capacidad expresiva es un torrente verbal de ideas y sensaciones, que hace pensar que la totalidad sea tocable. Una voz poética que está sola en la playa dice:
“Una vasta similitud lo une todo,/ todas las esferas, maduras, inmaduras, pequeñas, grandes, soles, lunas, planetas,/ todas las distancias en el espacio, por grandes que sean,/ todas las distancias en el tiempo, todas las formas inanimadas,/ todas las almas, todos los seres vivos, aunque sean muy diferentes o vivan en mundos distintos,/ todos los procesos gaseosos, líquidos, vegetales, minerales, los peces, las bestias,/ todas las naciones, banderas, barbaries, civilizaciones, idiomas,/ todas las identidades que han existido o puedan existir en este globo, o en cualquier globo,/ todas las vidas y muertes, todas las cosas del pasado, el presente y el futuro,/ esta vasta similitud lo abarca todo, y siempre lo ha abarcado,/ y lo seguirá abarcando eternamente, y lo contendrá, compacto, y lo encerrará”.
(O)