La semana pasada sostenía que Ecuador ha perdido competitividad en varios ámbitos que nada tienen que ver con estar dolarizados. Por esto, Ecuador debe proceder a realizar una devaluación interna, como la hicieron años atrás los países bálticos, para recuperar competitividad y retomar un crecimiento acelerado.

Los países bálticos –Estonia, Letonia y Lituania– comparten con Ecuador algunas características: son economías relativamente abiertas, pequeñas y “euroizadas”. Cuando enfrentaron la crisis, estos países estaban alistándose para ingresar a la Eurozona y por lo tanto estaban comprometidos a mantener un tipo de cambio fijo entre el euro y sus respectivas monedas nacionales desde 2004 (2005 en el caso de Letonia).

El economista Anders Aslund indica que la consolidación fiscal en los países bálticos se dio tres cuartas partes por el lado de recortes de gasto público y lo restante mediante aumentos de impuestos. Por ejemplo, el gobierno de Letonia cerró la mitad de los organismos del Estado, despidió a 30% de los empleados públicos y a los que permanecieron en el sector público se les redujo el sueldo en un 25%. El gobierno de Lituania redujo los salarios de empleados públicos en un 20%.

¿Lituania tardó cinco años en superar el PIB per capita que tuvo antes de la crisis, Letonia cinco años y Estonia seis años, mientras que Portugal tardó nueve años en hacer lo mismo y Grecia continúa muy por debajo del PIB que tenía antes de sus crisis.

El economista Axel Lindner señala que los países bálticos corrigieron un déficit de cuenta corriente muy superior al de Grecia y Portugal en dos años sin devaluar la moneda nacional, sin restricciones al comercio internacional y, al menos en el caso de Estonia y Lituania, sin ayuda del FMI.

Lindner explica que la clave del ajuste rápido de la cuenta corriente en los países bálticos se debió en mayor medida a la reacción del sector privado, que redujo drásticamente su gasto y aumentó considerablemente la tasa de ahorro de los hogares privados.

En las economías bálticas el sector financiero goza de la presencia predominante de sucursales de bancos extranjeros, particularmente los escandinavos. Lindner dice que “estos tienen una porción del mercado de alrededor del 68% en Letonia y 97% en Estonia. Desde 2007, los bancos cada vez más llegaron a la conclusión de que la bonanza económica en los países bálticos era excesiva e insostenible... El cambio de rumbo de los flujos de capitales, principalmente a través del sector bancario, estuvo asociado con un aumento significativo en la tasa de interés real para el crédito y una rápida contracción del crédito bancario a los hogares privados y a las corporaciones no financieras”. Los bancos extranjeros mantuvieron su compromiso de estar involucrados a largo plazo en los países bálticos, donde han demostrado servir como unos eficaces prestamistas de última instancia (no estatales), similar a lo que sucede en Panamá. Portugal y Grecia, en cambio, tenían un prestamista de última instancia estatal (el Banco Central Europeo) y no tenían presencia importante de banca extranjera.

La devaluación interna y la apertura financiera son el resultado de cambios en políticas públicas que podemos y debemos hacer en casa, con o sin intervención del FMI. (O)