El incendio de la Catedral de Notre Dame, producido en el marco de decenas de ataques sacrílegos a iglesias católicas en Francia, entre los que hay que mencionar el atentado contra la también famosa San Sulpicio, es un disparo en el corazón de Occidente. Las catedrales góticas representan íntegra y elocuentemente la esencia de nuestra civilización. El arte románico era propio de una cultura a la defensiva, sus construcciones recuerdan castillos o fortalezas. En el gótico iniciado en el segundo milenio, la cristiandad se siente segura para asaltar el cielo con sus espléndidas agujas y torres de filigrana. La diferencia entre un periodo y otro se grafica en los arcos que los caracterizan, el redondeado de medio punto románico y el ojival apuntado gótico. Las decoraciones de las iglesias góticas compendiaban toda una visión del mundo, por eso se ha dicho que son verdaderas “enciclopedias en piedra”. El esplendor de esos siglos, en los que se hizo grande Occidente, se debió de manera no exclusiva pero sí decisiva a la Iglesia católica. Entonces se entiende el porqué se ataca a las catedrales.

Coincidió que este terrible 15 de abril yo había sido invitado a un evento cultural en la iglesia de La Primavera de Cumbayá, cuyo propósito era difundir la causa de beatificación del padre Emilio Moscoso. El padre Iván Lucero, director de la biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, nos habló sobre las virtudes de Moscoso y el proceso de canonización abierto en Roma, una vez que ha sido declarado mártir, es decir, muerto por odium fidei, por odio a la religión. El historiador Carlos Freile Granizo comenzó su conferencia conectando los hechos de esa mañana con el tema anunciado. El siervo de Dios fue asesinado por militares alfaristas el 4 de mayo de 1897 en Riobamba, en medio de una repugnante orgía de sacrilegios. Este suceso y el incendio de las iglesias francesas, separados por ciento veintidós años, tienen en común la pretensión de amedrentar a los fieles y desacreditar a la institución.

En los últimos años se ha desatado una vasta campaña que usa los más variados pretextos para agredir a la Iglesia, a sus fieles, sus principios y sus templos. El catolicismo resulta culpable del machismo, de la Conquista española... hasta de la extinción de los dinosaurios. Un grupo representativo de intelectuales y arquitectos franceses ha propuesto que la reconstrucción de Notre Dame reduzca el “significado cristiano” del monumento. Eso sería el triunfo total de los autores de los atentados y es que entre los defensores de tal “secularización” de la catedral no falta quien ve en el incendio un acto “liberador”. En los hechos que rodearon al martirio del padre Moscoso y en los de esta campaña posmoderna “políticamente correcta” encontramos, a más del odium fidei, la monumental ignorancia de los verdugos. En el incendio de Notre Dame se salvaron, milagrosamente digo, los maravillosos vitrales. Su luz alumbrará las obras de reconstrucción y la Iglesia universal prevalecerá, como ha prevalecido veintiún siglos, no solo sobre la mala fe, sino también sobre la barbarie. (O)