Cuando se discute qué cambios se requieren para que el país se enrumbe hacia el desarrollo social y económico, surge la palabra educación. Sin embargo, los cambios que se intentan no logran consolidarse y se exige un nuevo norte.

El ministro de Educación, Milton Luna, en un conversatorio con columnistas de este Diario, en el que se señalaron algunos aspectos que necesitan mejorarse con urgencia, reflexionó acerca de conciliar un acuerdo a nivel de país para decidir qué tipo de educación necesitamos para el presente y como meta para el 2030 o para el 2050.

Podría parecer obvio señalar que la educación reviste importancia suprema para la sociedad en general, y debería ser un tema prioritario para las autoridades, para los padres de los estudiantes y por supuesto para los maestros. Pero de ser así, ya tendríamos un sistema educativo de primer nivel.

La educación, o la falla de esta, es determinante para el desarrollo de las personas y pueblos. Hace falta interesarse e implicarse en conocer los métodos de enseñanza, las evaluaciones y si los niños y jóvenes están adquiriendo destrezas que justifiquen enviarlos un tercio del día a clases por diez años en la educación básica, por tres más al bachillerato, otros seis a la universidad y luego entre dos y cuatro años para la educación de cuarto nivel. (O)