Nuestro invitado

Allí está, con sus ojos verdes y su resentimiento, hablándole a un ratón al que se va a comer. “La vida no es justa. Yo nunca seré rey y tú nunca verás la luz de otro día”. Scar se queja porque él no es quien gobierna, sino su hermano Mufasa. Sabe que él es el más inteligente de los dos, pero Mufasa tiene el poder porque es más atractivo y más fuerte. Nada tan injusto.

Scar hace del resentimiento estrategia y desarrolla un plan. Va a matar a su hermano y se va a convertir en rey. Para lograr su objetivo, empieza por ganarse la confianza de Simba, el hijo de Mufasa. Luego lo conduce a un lugar peligroso y alerta a Mufasa del peligro que corre su hijo. Las cosas salen según lo previsto. Mufasa acude al sitio y muere salvando a su hijo. Scar hace sentir culpable a Simba por la muerte de su padre y lo persuade de que su única opción es el exilio. Sin Mufasa ni Simba, Scar se convierte en el nuevo rey.

El gobierno de Scar es totalitario y tiránico. Con el apoyo de las hienas, un grupo de animales que vivían al margen del reino de Mufasa, Scar somete al resto de súbditos. En el gobierno de Scar todo es verde y uniforme. No hay espacio para la crítica o el debate, porque todo el que piensa distinto es agredido. En el gobierno de Scar hay pobreza y hambruna, porque los animales no tienen incentivos para trabajar a favor del rey tiránico. Scar y su resentimiento convirtieron tierra fértil y próspera en un lugar de hambruna y desesperación.

¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Quién es el culpable? ¿Qué hacemos para evitar que esto se repita en otros reinos? Por supuesto que la figura de Scar es clave: se trata del villano por antonomasia, el tipo resentido y racional, con enorme inteligencia y pobre moral. Un personaje con esas características es siempre de temer (la historia de Scar nos recuerda, por ejemplo, la historia de Lucifer, el gran enemigo en la tradición cristiana, o la de Seth, el gran villano en la mitología egipcia), pero sería ingenuo atribuir toda la responsabilidad de la desgracia solamente a Scar.

En realidad, Mufasa no está libre de culpa. El grave error de Mufasa fue no prestar atención. Mufasa sabía que existía un lugar con hienas a donde la luz no llegaba, pero decidió ignorarlo. Sabía que tenía un hermano con un serio resentimiento y decidió subestimarlo. El pecado de Mufasa es decidir ver para otro lado.

No podemos hacer mucho para evitar que existan Scars en el mundo. Si alguien busca razones para estar resentido, siempre las puede encontrar. Pero lo que sí podemos hacer es evitar el error de Mufasa. Podemos crear sociedades que no excluyan del progreso a los habitantes que no son amigos del rey; donde no se necesite ser amigo del alcalde o del ministro para tener un negocio que prospere. (O)

* Profesor de Derecho.