Azogues, ciudad de sus querencias desde sus primigenios pasos hasta sus últimos respiros, conmemora dos meses de la despedida de su hijo, escritor Édgar Efraín Palomeque Vivar (89 años de edad) hizo de su vida una constante lucha por la reivindicación, enarbolando las banderas de la cultura y la educación.

Surcó, sembró, cosechó y cimentó las estructuras del progreso de nuestra provincia de Cañar, porque entendió que estos dos grandes pilares son el fundamento de su desarrollo. Profundamente humanista (seguidor de Ortega y Gasset), entendía que la filosofía y la cultura van de la mano; por eso su vasta producción poética, narrativa y de antropología-social (14 títulos) que nunca abandonó, se enmarcan en esta dialéctica. Sus grandes preocupaciones fueron las conductas sociales y sus conflictos, siempre negándose a ser “hombre masa”, inscribiéndose en esas “minorías” de los filósofos, aportando a la creación de la cultura y el desarrollo; de ahí que cuando parafraseó a Octavio Paz: “Confieso que he pensado” en uno de sus prefacios, lo hizo con la bella palabra y la conciencia de que “la poesía no envejece”, porque a partir de esta y su calidad filosofal, su pensamiento perdurará. Y perdurará también porque –como el que más– aportó para la materialización de grandes obras culturales en la provincia que van desde la adquisición del terreno para la Casa de la Cultura, su construcción, equipamiento , adquisición de colecciones arqueológicas e inauguración del museo, el Primer Encuentro Nacional de Antropología en el núcleo, porque abrazó el ideal de Carrión, a quien conoció desde su juventud cuando asumió el rol de miembro; porque conceptuó que la cultura es la gran reivindicadora del Ecuador y que su destino superior es el sustento de las ciencias antropológicas. Fue gestor del traspaso al Cañar de la Comisión del Castillo de Ingapirca, que la presidió y en cuya administración concluyó la construcción del Museo de Sitio, lo equipó con montajes museográficos y museológicos, apoyó investigaciones nacionales e internacionales y trabajó con las comunidades del entorno, con el apoyo del Banco Central. Me cupo el honor de ser su colaboradora en la Comisión del Castillo de Ingapirca y posteriormente en la CCC; conocimos su gran liderazgo, ideales, alto nivel de ejecutividad; roble, buscador incansable del servicio con excelencia, apreciador de la lealtad, estudioso constante y un guerrero predestinado para grandes realizaciones. Édgar Efraín Palomeque Vivar fue el primer presidente nacional encargado de la Casa de Carrión y su primer directivo del consejo ejecutivo. Cañar y la patria quedaron en deuda con este ilustre hijo, estamos seguros que su enorme valía será reconocida en su justa dimensión.(O)

Mercedes Cayamcela Orellana,

licenciada; Azogues, Cañar