Si bien es cierto que la Iglesia no es una república, ¿quién estableció que debe ser una monarquía? No hay una base evangélica para pensar que se trata de un reino. Pedro tiene las llaves del reino de los cielos, no el cetro. En los relatos evangélicos sobre la vida del colegio apostólico, no se ve una estructura autoritaria y vertical. Hay discrepancias entre los apóstoles, pero son solucionadas con admirable mansedumbre, sin que en ningún momento se amenace a nadie por causa de sus opiniones.

Originalmente el papa era nombrado por “sufragium” por el pueblo de Roma y este sistema se mantuvo más o menos hasta el año mil, con una serie de peripecias en el intermedio. Así que, en lo que se refiere a la elección del supremo pontífice, la Iglesia en la Edad Media tendía más a lo republicano que a lo monárquico. Con el devenir de los tiempos se fue afinando el actual sistema que permite la participación de todos los católicos a través de la representación de los cardenales, método que podría seguir perfeccionándose. Con respecto al ejercicio del gobierno de la Iglesia, en la práctica tenemos un sistema altamente consensuado, en el que no es posible un autoritarismo rígido o peor despótico. Tampoco hay totalitarismo, aunque eso quisieran algunos, hay convivencia entre una diversidad muy grande, prácticas y opiniones de mil millones de fieles. Esta riqueza no se da en ninguna otra religión. Cierto es que a lo largo de la historia hubo persecuciones e intolerancia, pero esto fue superado siglos ha. Los cambios muestran que hay un camino de perfección que hemos de seguir recorriendo.

Por eso debemos pedir tolerancia para un grupo de católicos que aquí en Guayaquil practican una forma tradicionalista de su religión. Cierto es que las posturas de ellos no se caracterizan por ser muy abiertas, pero mientras no intenten imponerlas con abuso, no se puede pretender silenciarlos. ¿Que cuestionan la canonización del papa Paulo VI? Están en su derecho, teólogos muy serios, de varias tendencias, consideran insostenible la infalibilidad de las canonizaciones, pues esto sería abrir la revelación que todos los cristianos consideran sellada desde la muerte del último de los apóstoles. Y, concretamente, pienso que se debe consentir sin restricciones la práctica del rito tridentino. La Iglesia permite varios ritos en su interior, como el griego, el mozárabe y otros, ¿por qué no se va a tolerar otro que históricamente ha sido el más importante dentro del catolicismo romano? En esto se debe proceder con esa prudente abstinencia que siempre se practicó. Cuando corría la voz de que se había producido un milagro u otro suceso que motivaba agitación religiosa, se solía dejar pasar el tiempo sin pronunciamiento a favor ni en contra. Se decía que “si es de Dios, pervivirá, y si es del mundo, desaparecerá”. Así se puede hacer en este caso, quien cree que tiene a Dios de su lado, debe tener fe en que su providencia actuará sin necesidad de acuciosos ayudantes. (O)