Instigar el cambio suele ser visto con recelo. Cuántas veces se ha escuchado decir que es mejor no hacer olas, en referencia a preferir dejar las cosas como están antes que complicarse tratando de mejorarlas. Ayer, este Diario publicó dos notas que de alguna manera reflejan adónde nos ha conducido la inacción.
La una, titulada “La ley defiende a los corruptos y ellos se nos ríen en la cara”, frase atribuida a Ricardo Camacho, exsubsecretario de Rehabilitación Social, a quien le fue aceptada la renuncia luego de denunciar que hay graves problemas en las cárceles del país y que la falta crónica de guías especializados genera líos en la Penitenciaría. El director del Servicio Nacional de Rehabilitación, Ernesto Pazmiño, dijo por televisión que Camacho tenía agenda propia y no trabajaba en equipo.
La otra nota refería que el Gobierno cuestiona el fallo a favor de la inocencia del exministro Iván Espinel, quien es procesado por el delito de peculado relacionado con un supuesto perjuicio al IESS. “No es posible luchar contra la corrupción y el delito si fiscales y jueces no hacen su parte…” tuiteó la ministra del Interior, María Paula Romo.
Que personas con cierto nivel de influencia se resistan a que todo siga como está, con su acción decidida pueden generar la onda de cambio. (O)









