La atolondrada inauguración de lo que sea, en las proximidades de una campaña electoral, ha tomado como rehenes a miles, cientos de miles de ciudadanos cuencanos que nos vemos literalmente bombardeados con una “campaña informativa” de la actual administración municipal.

Por ejemplo: este 29 de enero se debía inaugurar una ampliación de la planta potabilizadora de agua denominada Tixán. Pero los abonados de la empresa municipal vinculados a esta planta, unas 300.000 personas aproximadamente, no reciben agua limpia o simplemente no reciben ni el agua turbia que están proveyendo, desde la tarde del domingo anterior. Lo cierto es que ya van cuatro días de este siglo XXI en que miles de cuencanos reciben líquido vital gracias a la dadivosa decisión del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Cuenca que lo reparte en tanqueros. Al mejor estilo medieval.

Por ejemplo: la serie de inconformidades en la reconstrucción de una plaza, la segunda en importancia en el elegante Centro Histórico de Cuenca, y que ha tenido que esperar medio siglo para intervenirla. La plaza San Francisco ha sido reinaugurada en medio de la más evidente campaña reeleccionaria del alcalde de turno, pero con más dudas que certezas. Del diseño no opinan los doctores, pero del problema social que se viene nadie ha dicho ni pío. Esa plaza acoge a decenas de comerciantes que no se saben a dónde irán a parar, y el problema mayor es que desde siempre la plaza era utilizada por los desempleados para pescar un trabajo ocasional: detalles que no estuvieron en la agenda de la espectacular y rimbombante reinauguración.

Por ejemplo: la indecisión de los comerciantes del mercado 12 de Abril, uno de los más importantes centros de abasto para las familias cuencanas reconstruido por la actual administración, a quienes se los está presionando para que ocupen sus puestos pese a que no hay conexiones de agua ni las baldosas del piso. El apremio está en la foto y el corte de cinta para la campaña anticipada. ¿Los cuencanos nos merecemos esto?

Mientras no se haga respetar la regulación electoral que impide los actos de campaña anticipada, que prohíbe que se utilice la imagen de una autoridad para promocionar obras financiadas con deuda pública a pagar desde el bolsillo de los ciudadanos; mientras no se sancione todo esto, de seguro que los candidatos a la reelección lo seguirán haciendo.

El cinismo ha ido más allá, y en el caso de la Prefectura, por ejemplo, en redes sociales se han ‘desempolvado’, ‘recalentado’, ‘reeditado’ y ‘relanzado’ antiguas intervenciones viales para presentarlas como nuevas obras ejecutadas. Y a los programas alimentarios les han encontrado nuevas utilidades; los asfaltados se los miden en metros, para sumarles unos ceros más de impacto a las exiguas longitudes conseguidas. ¿Los azuayos nos merecemos esto?

No es difícil proyectar que esto también está ocurriendo en otras provincias, ciudades, cantones, parroquias: la atolondrada inauguración de obras; el programado retraso hasta hacerlas coincidir con el inicio de campaña. ¿Los ecuatorianos nos merecemos esto?

Si está de acuerdo en que no lo merecemos, pues ya se viene la oportunidad de decidir con el voto razonado, crítico e inteligente. (O)