El diccionario militar sobre la palabra traición, dice: “deslealtad, infidelidad; como delito militar, configura el de mayor gravedad y el de máximo deshonor; ya que consiste en servir al enemigo, y, por extensión, en atentar contra los intereses supremos de la patria” y, según el diccionario de la RAE: “Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria”. A través de la historia, conocemos que en muchos países, este delito ha sido castigado al menos con prisión perpetua e incluso con la pena de muerte con deshonor.

Este tema quizá aparezca como recurrente, pero hay que hacer hincapié porque es tan grave el daño que Rafael Correa hizo a todas las instituciones del Estado que difícilmente podremos salir de esta postración a corto plazo.

No hay día que no se destape el miasma de la corrupción del pozo séptico de los años de saqueo del gobierno de Correa; lo más grave, la ciudadanía ve con escepticismo que quienes delinquieron, en los diferentes niveles de responsabilidad, no sean sancionados y, lo más grave, se teme que todo quede en la impunidad y que los dineros robados jamás sean recuperados.

Durante los diez años de gobierno de Correa el saqueo fue descarado; entre los damnificados estuvieron las empresas que manejaban las Fuerzas Armadas, estas pasaron a manos de administradores que las tomaron como botín, las esquilmaron tanto que la mayoría de estas empresas las dejaron, si no en la quiebra, al menos al borde. La empresa aérea TAME, creada para enlazar las regiones del país y atender a las poblaciones alejadas a través de rutas que no eran rentables, simplemente la dejaron con decenas de millones de dólares de déficit, la misma suerte han corrido Flopec, Astinave, Fábrica de municiones Santa Bárbara, de Explosivos, la acería Andec, empresas otrora rentables.

El daño no solo fue a las empresas manejadas por los militares, sino a las Fuerzas Armadas, institución fundamental para la supervivencia del Estado en cualquier parte del mundo. Una de las responsabilidades más importantes de un jefe de Estado es mantener la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas en las mejores condiciones para que pueda cumplir las misiones consagradas en la Constitución, pero no hay antecedentes en la historia ecuatoriana de que un presidente de la República, en forma deliberada, haya tratado de debilitar a las Fuerzas Armadas. No solo que nombró como ministros de Defensa a enemigos inveterados de los militares y que oficiaron como verdaderos quinta columna en el interior de la institución; defenestró a los mandos que no le eran obsecuentes, llegando a decir irresponsablemente “que gobernaría con tenientes”. La frontera norte estuvo desguarnecida y el espacio aéreo lo mantuvo libre para el ingreso de avionetas de narcotraficantes.

La adquisición de los helicópteros Dhruv fue una estafa harto conocida, al igual que los aviones Cheeta, qué decir de los Mirage que “obsequió” Chávez, que son basura que estorba en la base de Taura. Estas son apenas unas cuantas perlas del Gobierno más nefasto de la historia.

Dante Alighieri ubica a los traidores en el último círculo del infierno, ya que considera a la traición como el peor pecado de todos. (O)