Ciertos Herodes de nuestra época quieren la matanza de los inocentes. “No tienen compasión del fruto de las entrañas; su ojo no se apiada de los niños”, Isaías 13, 18.

En el Reino de Dios “no se verá más allí un niño que viva pocos días”, Isaías 65,20. Digamos nosotros que no se verá un niño arrancando del seno materno vivo, por decisión de sus propios padres para arrojarlo a la basura. Usted asambleísta y usted médico, no abran el vientre de la embarazada para matar al inocente, para ganar dinero; aunque sea con el consentimiento de los propios padres.

Hoy en día se argumenta cada vez más contra la pena de muerte y qué lástima sienten por los delincuentes y los criminales más abyectos que son un peligro para la sociedad. En cambio, tenemos cada vez más argumentos para la pena de muerte contra un niño indefenso e inocente, esto es, la despenalización del aborto. Por él no sienten ninguna lástima y no tienen ningún argumento a su favor y lo condenan para que pague cruelmente con su vida la culpa de un violador, la culpa de una pareja o de una familia. En un aborto también corre riesgo de muerte la madre por la brusca interrupción de su embarazo; sufrirá de problemas psicológicos, cuántas quedan estériles. Si seguimos como lógica la despenalización del aborto para aplicarlo a otros delitos como el robo, para que no mueran los ladrones o terminen encarcelados, se podría pedir también despenalizar el robo, y el latrocinio aumentaría y las víctimas serían los inocentes. Protegidos por las leyes temporales violamos el quinto mandamiento de Dios, no matar; el sexto, no cometer actos impuros; el séptimo, no robar... “Pero no escucharon ni prestaron oídos a mi palabra ..., y descargué sobre ellos todo el castigo que estaba escrito en aquel pacto que les mandé guardar y no guardaron”, Jeremías 11-8.(O)

Víctor Augusto Criollo Prieto,

Guayaquil