La terrible escena se ha repetido en innumerables ocasiones en nuestro país, y muy especialmente en las zonas rurales: la criatura yace muerta, y el llanto desconsolado de la familia refleja la frustración de que los ritos del brujo o curandero no pudieron ante la fuerza terrible del ojo que causó la desgracia. La fuerza de la mirada que causó el “ojeado” de ese niño fue demasiado grande. Y si un niño, por las propias defensas y sistema inmunológico logra sobrevivir, se debe a que el sobado del huevo, la saliva y los demás rituales funcionaron, porque el curandero o brujo fue excelente, y porque además, felizmente, la mirada no fue tan penetrante y no logró hacer el daño total.

Pobre de aquel médico que vaya y explique que en realidad no hay el tal “ojeado”, que se trata más bien de una gastroenteritis, de un proceso infeccioso, o que es un virus que debió haberse tratado con tal o cual medicina, y con un proceso de hidratación. Si eso ocurriese, la ira inundaría el ambiente de la familia y de los amigos que estuvieran en el duelo, el médico sería ridiculizado y tratado como un ignorante, posiblemente hasta apedreado y calificado como un verdadero tonto.

Y si el brujo estuviera presente forzaría al linchamiento de ese médico, pues obviamente representaría ese médico el mayor de los riesgos: la destrucción de su negocio y de su modo de vida, que depende de que la gente crea en el ojeado y no en la realidad que pinta la medicina.

Algo similar ocurre en el Ecuador con el subsidio a los combustibles. Los brujos dicen que si se los elimina viene una gran inflación. Esos brujos, desde la política, o desde sus trincheras gremiales que defienden intereses, nunca sacan el índice de precios, para demostrar históricamente cuánto han subido los precios como consecuencia de la elevación de los combustibles. Nunca comparan el precio histórico de los combustibles en el Ecuador con aquel que existe en la inmensa mayoría de países del mundo que los tienen en niveles realistas. Nunca explican que esos países tienen mejor distribución del ingreso, y que no tienen contrabando de combustibles por sus fronteras, y que no tienen mafias que se benefician de esto, como los brujos se benefician del cuento del ojeado.

Y es tan triste esto, que ya hay sectores del mismo gobierno que creen en el mal de ojo, y que anuncian como un logro el que no subirá el diésel para el transporte de mercancías. ¿Nos han demostrado el beneficio de esto?

Miremos qué pasa en la realidad con el impacto de una subida del diésel. Un camión gasta alrededor de 50 galones de diésel yendo de Guayaquil a Quito. Si el diésel sube a $ 2 por galón, un viaje de Guayaquil a Quito cuesta $ 50 dólares más. Si se transportan 400 quintales de arroz, cantidad perfectamente posible en un camión muy normal, entonces el impacto es de 12,5 centavos por quintal. ¡Esto es ligeramente más de centavo por libra. Este es el real impacto!

Entonces los brujos dicen: “Es que así no es ante la elevación del diésel. Todo sube por la especulación y no la para nadie”. Pero jamás ante esto se saca un índice de precios o se lo demuestra científicamente. Los especuladores no pueden darle poder de consumo al consumidor, ni quitárselo. Es finalmente cuánto ingreso tiene la gente, lo que limita cuánto valen las cosas.

El Ecuador debe ir ya a la libre importación de combustibles, para liberar al Estado de la enorme carga que significa esa importación, y para tener un sistema de fijación de precios que refleje la realidad y no los caprichos de los políticos de turno. Solo recordemos la triste realidad de que esos subsidios se han llevado a través de la historia la tercera parte del valor de las exportaciones de petróleo.

Y esta realidad de precios libres debe ser en todos los órdenes. El intervencionismo del Gobierno y del Estado ha creado demasiadas distorsiones, que deben ser eliminadas para que podamos producir con facilidad y sin interferencias de políticas incoherentes.

Las actividades que necesiten de verdad una ayuda temporal, o el transporte público de personas, deben recibir el apoyo de un subsidio totalmente focalizado.

Finalmente, lo que no es correcto, es que ese ajuste se produzca sin que al mismo tiempo el Estado haga la impostergable tarea de reducirse, de volver a su tamaño natural. Si la causa fundamental de la crisis que hoy vivimos es el aumento desmedido del gasto público, que casi se duplicó en el periodo de la FaRC (familia revolución ciudadana), no cabe otro camino que deshacer la causa fundamental del desbarajuste: el irresponsable y gigantesco crecimiento de ese gasto que ha terminado imponiendo un yugo sobre las mayorías del Ecuador. (O)

*Exvicepresidente de la República

Esos brujos, desde la política, o desde sus trincheras gremiales que defienden intereses, nunca sacan el índice de precios, para demostrar históricamente cuánto han subido los precios como consecuencia de la elevación de los combustibles.