Fui por papas sin pensar involucrarme en temas reiterativos, pero la calle habla y mis oídos seducidos por la curiosidad se sumergen en la interesante tertulia de feria: “ojalá ‘Alkaseltzer’ sea la solución”, “tiene cara de bueno” escucho. Finjo escoger otras verduras para seguir la conversa: “no pertenece a ningún partido”; “pero si lo puso Nebot”; “ya le encontrarán algunas cositas” continúan, refiriéndose al recién designado vicepresidente Otto Sonnenholzner, de apellido difícil de pronunciar como él mismo advirtiera. El ingenio popular lo rebautizó con el nombre del efectivo remedio.

El copiloto ha sido un dolor de cabeza para el Gobierno que intenta reordenar una nación necesitada de sacudirse la corrupción, reactivar su economía, rescatar la confianza en una Seguridad Social, posicionar la honestidad y transparencia como garantía en el manejo de los fondos públicos, aplicar el instrumento político democrático en función de las necesidades nacionales no de partidos ni élites privilegiadas; lo contrario sería seguir hundiéndonos en la cloaca. Como nunca, necesitamos un copiloto con habilidades para apoyar la reestructuración institucional pretendida por el presidente Lenín Moreno, presionado por las arcas fiscales en rojo, el fantasma de su antecesor merodeando los pasillos e intereses político-económicos de sectores neutralizados en el anterior régimen queriendo recuperar lo perdido.

El segundo mandatario recibe un complejo desafío al mando de seis gabinetes sectoriales fundamentales: el Económico y Productivo; Energía, Hábitat e Infraestructura; Social; Seguridad; Proyectos Estratégicos; y el Político. Como nunca, necesitamos que pueda comandarlos con capacidad, dinamismo, independencia, control efectivo, honestidad en sus equipos de trabajo; celoso de cada dólar del erario nacional; alerta a los tentáculos de corrupción; atento a “errores de buena fe”. Según nuevo decreto, la Vicepresidencia deberá rendir cuentas trimestrales al presidente y trabajar coordinada con algunas secretarías de Estado. Otto Sonnenholzner tiene una enorme responsabilidad por las importantes funciones asignadas y el 65,7% de aprobación ciudadana a su nombramiento, según Cedatos. Un buen desempeño despojaría el embrujo del segundo sillón, como murmuran algunos.

El alza de ciertos combustibles llega en mal momento para el vicepresidente, pues estrena su cargo entre malestar ciudadano, protestas, amenazas de marchas contra la carestía de la vida. Las promesas gubernamentales de que el incremento de precio no afectará a los sectores vulnerables, no convence a un pueblo conocedor de cómo aquello genera aumento de precios, principalmente en los productos de primera necesidad, para nada compensados con 8 dólares de alza salarial anunciado por el Ejecutivo. Existe la expectación por saber si realmente Sonnenholzner podrá copilotar un país entre nubes turbulentas. Del diálogo placero brotó la frase “no hay cuarto malo”; Dios no lo permita. No merecemos tan mala suerte; o tal vez sí, por nuestra democracia macondiana alimentada de intereses mezquinos y complicidad popular donde todo puede suceder. Otros prevén un vicepresidente logrando superar los baches y apoyar eficientemente la gestión ejecutiva. También hay quienes huelen un supuesto plan de sus “mentores políticos” para sentarlo prontito en el otro sillón: “…por eso Lenín no encarga la presidencia” susurra un caserito. (O)