Hace mucho tiempo, los sectores educativos no podían esconder su disgusto e insatisfacción cuando se conocía del nombramiento del ministro de Educación por parte del gobierno de turno. Sin embargo, esta ocasión ha sido una excepción, apenas la comunidad educativa conoció del nombramiento del historiador y académico Milton Luna Tamayo, surgieron expresiones de apoyo y felicitación que continúan. Varios de esos sectores y organizaciones fueron quienes, junto al Contrato Social por la Educación, defendieron por largos años, la educación pública, a sus maestros y estudiantes, quienes levantaron su voz desde los aspectos aparentemente pequeños, como la simple distribución aritmética de número de estudiantes por docente que, según autoridades educativas, sigue sobrepasando los 30 estudiantes, contraviniendo las recomendaciones internacionales. Y donde la acción autoritaria y poco criteriosa de las pasadas autoridades educativas se impuso. El currículo fue planificado desde el escritorio del tecnócrata, dejando de lado a la comunidad educativa; de ese mismo escritorio surgió la famosa sectorización, con la que hoy administran la educación en territorios que no siempre son homogéneos. Esto generó conflicto con la educación intercultural, cuyos establecimientos fueron absorbidos por los de educación regular y otros violentamente cerrados, con el claro perjuicio a los niños indígenas y a la preservación de las culturas ancestrales.

Mediante el uso de la fuerza impusieron el Bachillerato General Unificado, que según organismos oficiales apenas tiene un 20% de pertinencia con las pruebas Ser Bachiller, y donde los jóvenes seleccionan su carrera universitaria sin conocer la realidad sobre inserción laboral y necesidades del país. Por otra parte, es conocido que la infraestructura de las famosas escuelas del milenio, en algunos casos, no han soportado ni siquiera la lluvia; sirvieron para ganar votos, encubrir actos de corrupción y ocultar la falta de inversión en el presupuesto para educación que está lejos de llegar al 6% del PIB, como consta en la Constitución. La aplicación de varios reglamentos y otros instrumentos se han convertido en el dolor de cabeza de varios docentes, quienes ven que dichas disposiciones son académicamente imposibles de cumplir o que el tiempo del que disponen para ese menester es insuficiente. Educación democrática, de calidad y calidez, poner un alto al modelo educativo vertical y autoritario, sancionar a los responsables de acoso y violencia sexual, involucrar a maestros, estudiantes, padres de familia y sociedad en la educación son algunos de los anhelos de los actores y protagonistas del sistema educativo.

Sin duda alguna enfrentar el modelo educativo actual tomará un tiempo, que demanda remplazar el lenguaje del autoritarismo por el lenguaje del diálogo, donde se escuchen y recepten propuestas de los demás como pilares fundamentales para avanzar y transformar; en ese lenguaje Milton Luna Tamayo es un ejemplo desde antes de su designación e incluso en sus primeros días de gestión, al buscar incorporar progresivamente a la comunidad educativa que ha sabido responder con propuestas y capacidad, pues esta oportunidad es clave para el desarrollo de la escuela ecuatoriana. (O)

* Expresidente de la FEUE.