Hay corrupción y abusos evidentes. Es innegable que han existido sobreprecios en obras, que una justicia ha bailado al son que tocan gobiernos, hay fugas de sospechosos tan fantásticas que jamás se pudieron haber concretado si internamente no hubieran metido manos, casos de abusos de poder, “errores de tipeo”...

La ciudadanía lo sabe, no somos tontos. A pesar de las evidencias, denuncias y documentos; la mayor parte de estos casos quedan en la impunidad y enterrados en el olvido. Un ejemplo, en el caso del asesinato del Gral. Gabela, existió un tercer informe en el cual el representante de la empresa que realizó la investigación afirmó que se encontraron evidentes indicios que desmienten la versión oficial de que este fue causado por manos de la delincuencia común. Ese informe fue entregado y recibido, pero como por arte de magia desapareció. ¿Es que acaso con semejante inversión que el gobierno de la revolución hizo en la justicia, no se le ocurrió comprar una fotocopiadora?, ¿no tenía un archivo en algún correo electrónico oficial?, ¿acaso también se le olvidó la clave? Por otro lado, respecto al caso de Julian Assange, si el argumento que tenía para mantenerlo asilado, gastando recursos de los ecuatorianos, ya no existe, puesto que se aseguró que no lo van a extraditar a Estados Unidos, ¿por qué aún sigue en la embajada?, ¿por qué no le quitan la nacionalidad ecuatoriana que ilegalmente se le concedió?, ¿por qué y la persona quien autorizó esa ilegal acción no está siendo procesada? Me detengo hasta aquí puesto que si continúo dando ejemplos, como Coca Codo Sinclair o Refinería del Pacífico, no terminaría jamás. Resumiendo, la percepción que estos casos nos dejan es que aún hay trapos sucios.

Y si nos fijamos en ciertos que se encuentran en altos cargos, también ocuparon cargos de importancia en el gobierno anterior. Por esto que debemos exigir que las investigaciones de todos estos actos de corrupción sean juzgados bajo el escrutinio de organismos internaciones imparciales y sin intereses de por medio.(O)

Francisco A. Ramírez Parrales, ingeniero, Samborondón