No nos engañemos, la retórica de Jair Bolsonaro, el candidato con mayores posibilidades de alcanzar la presidencia de Brasil, guarda plena consonancia en determinados aspectos con la que exhibieron los más claros exponentes del populismo autoritario de izquierda que gobernaron varios países de la región en los últimos tiempos. Su discurso en contra de la prensa independiente, el anuncio de remoción del Poder Judicial, el probable uso del aparato estatal para acosar a sus adversarios son signos irreverentes de una línea de ejercicio político que trasciende las fronteras de la ideología, convirtiéndose en instrumentos de control y opresión, tal cual ocurrió en varios procesos de seudoinspiración bolivariana.

Debe advertirse de la paradójica situación, pues encuentro que hay quienes desde la derecha latinoamericana ven con ciertos aires de optimismo la probable victoria de Bolsonaro sin profundizar la inspiración totalitaria que lo alimenta, en todo caso lo que interesa analizar son determinados detalles y factores de la jornada electoral brasileña que merecen ser destacados, entre ellos, la estrategia utilizada por el referido candidato, quien, como comentan varios analistas, ha “llevado a un grado más allá el concepto de hacer política en las redes sociales”, utilizando preferentemente Facebook para difundir su agenda, utilizando los grupos de WhatsApp como “clubes de fans”, teniendo de esa manera un control total en lo que concierne a su mensaje, potenciando de esta forma las nuevas tendencias de campañas electorales con un despliegue masivo en las redes sociales, dándose el lujo de excluir en gran medida la presencia en los medios tradicionales, lo que hubiese sido una herejía hasta hace pocos años.

El otro análisis que interesa es el que trata de establecer las razones que han impulsado a un candidato tan atípico a las puertas de la presidencia, argumentándose desde la izquierda que existe una razón que explicaría el caso Bolsonaro como es la ausencia de Lula, actualmente encarcelado por su implicación en casos de corrupción, cuando más bien se puede señalar que la posible victoria de Bolsonaro tiene sustento en el repudio absoluto de la mayoría del pueblo brasileño al fracasado modelo económico del Partido de los Trabajadores, así como a la desbordada red de corrupción avivada en los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. Por esa razón es que se menciona que el hartazgo popular es la causa primaria que explica de manera más evidente el fenómeno de Bolsonaro con todo su desborde e irracionalidad.

Hay quienes todavía esperan que se produzca un cambio drástico en estos días, lo que permitiría que el candidato Fernando Haddad se convierta en el próximo presidente brasileño, pero lo más seguro es que el día de mañana Jair Bolsonaro, el populista autoritario de derecha, se alce con el triunfo electoral.   Retomo la idea mencionada al inicio de este artículo, advirtiendo del riesgo que conlleva que un político con tales rasgos asuma el poder, pues rápidamente la ideología, cualquiera que sea, se convierte en fetiche, adulterando la esencia del equilibrio democrático.  Lo acabamos de vivir. (O)