Percepción de inseguridad tiene la ciudadanía en estos momentos. El ciudadano común ha tenido que poner cámaras de seguridad en su domicilio, buscar guardianía privada, crear grupos barriales de vigilancia, poner puertas en las calles peatonales, etcétera.

Con facilidad ahora se pueden transmitir hechos delincuenciales por las redes sociales. Hechos violentos como asaltos, robos con armas, asesinatos, violaciones, secuestros..., siguen siendo motivos de gran preocupación en la ciudadanía. Los hechos no violentos o considerados delitos menores como robo a celulares, carteras, espejos de carros... se están volviendo parte de nuestra “cultura” ciudadana; es que si a alguien le roban un espejo de su automotor, en lugar de preguntarle, ¿cómo pasó?, ahora lo que preguntan ¿por qué no le puso remaches? Ya nos están dejando de preocupar estos delitos menores. Esta “cultura” nos está haciendo pensar que es “normal” que los chicos consuman droga o que un robo sin que te maten es un acto por el cual tiene que sentirse agradecido. Empezar a cambiar esta grave percepción de inseguridad no es simple. No solo depende de aumentar agentes de policía, ¿porque de qué sirve que capturen delincuentes si ciertos jueces los liberan?

El cambio de cultura debe empezar desde el hogar, el núcleo familiar, transmitiendo valores desde la infancia que luego sean reforzados en instituciones educativas. Como ciudadanos no debemos tolerar ni formar parte de actos ilegales por más pequeños que estos sean, ya que luego derivan en actos criminales de gran envergadura. Dar una coima de $ 10 para que algún funcionario procese algún documento más rápido, dejando atrás a otros que llegaron primero; y dar coimas multimillonarias que han sido demostradas y se han realizado para adjudicar contratos con sobreprecios a dedo, es corrupción. Y no hay diferencia entre el aplaudir al niño que se desquitó cuando otro chico lo golpeó, lanzándole un golpe más fuerte; que agredir a una persona o matarla; es malo, es cuestión de niveles. Hasta que entendamos que es así la corrupción, la delincuencia no va a terminar.(O)

Francisco Ramírez Parrales, Samborondón