Muchas veces al ir a un consultorio médico existe la percepción de que presentando unos análisis de laboratorio o exámenes de imágenes, le podrán decir los males y qué va a hacer con estos, ¿tendrán cura?, ¿serán contagiosos?, ¿cómo los tratará?, etcétera.
En ciertos momentos, los pacientes se quedan absortos o hasta incómodos por las preguntas de los doctores: ¿Qué siente?, ¿desde cuándo?, ¿cómo ha evolucionado tal o cual malestar? Y responden al doctor: ¡ahí están los análisis!, entonces surge la duda: ¿Son los exámenes los que diagnostican, pronostican y medican? Partamos por una simple deducción, en toda profesión existen parámetros (guías o formatos) que indican las maneras en las cuales los profesionales deben elaborar y llevar a cabo su trabajo. La parte médica no es la excepción. De hecho, el contacto médico-paciente se inicia con la elaboración de la llamada historia clínica.
Es precisamente esta importantísima herramienta la que orienta al profesional en la salud, para determinar cuál o cuáles serían los más probables diagnósticos que la persona tenga. Esto, basado precisamente en lo arriba anotado: la historia clínica. Esta permite conocer los síntomas de una persona, sus antecedentes de enfermedades previas, sus datos memoriales de patologías familiares, sus hábitos tóxicos, uso de tabaco, alcohol o sustancias psicotrópicas o ilegales... Y si sumamos un examen a su cuerpo, esto provoca a final de cuentas un criterio de diagnóstico, y a partir de este se le solicitan al paciente los exámenes adecuados y no exagerados.
La persona como usuaria tiene que conocer que el exceso de pedidos de exámenes no es correcto, aparte de gastar recursos valiosos no solo del Estado sino también de sus propios recursos económicos, debe saber los riesgos inherentes a la sobreexposición a los rayos X, la variabilidad en los resultados entre diversos laboratorios y los efectos adversos que puede haber cuando los exámenes son aquellos que se trata de invasivos. Entonces todas estas consecuencias podrían ser reducidas, si se lleva a cabo una correcta historia clínica.
Uno de los libros más sobresalientes del área médica, Semiología, de Surós, menciona lo siguiente (esto, dirigido más a los profesionales de la salud): “... Una vez obtenidos todos los datos y procediendo con criterio clínico, elaboramos un juicio diagnóstico, el cual, como ha dicho Bumm, es la pesadilla del médico y al mismo tiempo el placer espiritual más fino que dentro de su profesión le es dado disfrutar”. Y los médicos deben disfrutarlo, si no se hacen los pasos correctos de la historia clínica, habrá una desorientación y gastos ingentes de recursos.(O)
Luis Coello Kuon Yeng, doctor internista, Esmeraldas