El 18 de junio pasado fue abatido a balazos Jahseh Onfroy, rapero norteamericano conocido artísticamente como XXXTentacion. Terminaba así violentamente una vida violenta. A sus cortos veinte años tenía ya un gran historial delictivo que incluía posesión de armas de fuego, robo a mano armada, agresión agravada a su exnovia embarazada. En definitiva, alguien digno de ser encarcelado y para muchos incluso merecedor de esa muerte violenta. Pero, ¿quién estaba detrás de este ser violento? Al mirar algunas de sus fotografías podemos casi sentir su ira y rencor, mas si observamos con atención podremos percibir su mirada triste y descubrir al niño frágil y desprotegido que algún día fue o que quizás continuaba siendo hasta el día de su muerte.

Al recorrer su historia podemos comprender su violencia, de la cual estuvo rodeado desde temprana edad en un constante esfuerzo por atraer la atención de una madre adolescente cuya prioridad no fue cuidar a un niño y que no supo nunca lidiar con él. Ello, aunado a un padre ausente que permaneció mucho tiempo en prisión y a un racismo aún fuertemente enraizado en algunos sectores, hicieron de XXXTentacion el típico producto de una sociedad que de alguna manera no sabe cuidar de sus niños y que termina convirtiéndolos en delincuentes.

Nuestro país tiene muchos XXXTentacion. Niños y jóvenes que sufren abandono, violencia y segregación y que terminan convirtiéndose irreversiblemente en seres violentos y nocivos para una sociedad indiferente que solo reacciona para pedir correctivos y “justicia” ante las agresiones de estos “delincuentes”. Sociedad que debería analizarse introspectivamente y asumir la parte de responsabilidad que le corresponde.

No debería sorprendernos la violencia en nuestra frontera norte; una de las zonas más relegadas de nuestro país donde la deficiente educación, el desempleo, la corrupción y la falta de oportunidades allanan el camino para que niños y jóvenes sean víctimas de bandas delictivas de narcotraficantes y terroristas. En realidad, son nuestras víctimas.

Víctimas de una sociedad que identifica equivocadamente a sus delincuentes. Que persigue a quienes debería haber protegido mientras los verdaderos delincuentes se pasean y vociferan cínicamente ser perseguidos o andan por ahí defendiendo dictadores y asesinos. Aquellos que deberían responder por los miles de millones de dólares destinados a modernizar la educación, a ofrecer protección y crear condiciones de vida digna para nuestros niños y jóvenes, pero que cínica y desvergonzadamente robaron.

Son esos delincuentes a los que debemos perseguir y juzgar para que respondan por lo robado, pero también para impedir que continúen destrozando vidas.

Es repudiable y vergonzoso que los centros correccionales de menores continúen siendo espacios de reclusión y hacinamiento sin reales programas de apoyo y desarrollo. Miles de millones de dólares despilfarrados en refinerías que no existen, en aviones que no se necesitan, en universidades de humo como Yachay, en viáticos abultados… Con muchísimo menos fue posible crear centros de apoyo a niños y jóvenes con planes integrales de desarrollo que incluyan apoyo psicológico, pero también programas modernos de formación que les abran las puertas a oportunidades que dignifiquen sus vidas para evitar que se conviertan en otros XXXTentacion tristes y violentos, devolviéndonos lo único que les ofrecimos: violencia.(O)