Era la pobreza lo que aguzaba el ingenio a los quiteños hasta el siglo pasado, emanando la tan mentada “sal” capitalina. Víctimas de ese corrosivo humor caían políticos, cortesanas y toda clase de personajes, a los que inmisericordes apodos los tachaban de por vida. Pero no se limitaban a la gente las cáusticas calificaciones. También eran apodados sarcásticamente calles y edificios. Todavía están en pie el “bidet” y la “licuadora”, como algún chulla bautizó para siempre a obras arquitectónicas, cuyos creadores seguramente anhelaron una posteridad menos escocedura. Pero factores económicos y sociales acabaron con ese humor desencantado solo posible en una clase cuyas ilusiones se estrellaban siempre contra sus precarias realidades. Por eso he extrañado a esos chuscos de un solo terno y camisa remendada que habrían encontrado en pocas horas un apelativo inapelable al bronco edificio de Unasur en la Mitad del Mundo, engendro mestizo de envase de leche en tetrapack con motosierra.
Con la inquietante parsimonia que lo caracteriza, el Gobierno ha comenzado a dar los pasos para que esa desangelada pero costosa construcción sea reintegrada al Estado ecuatoriano. Aunque se requiere cierto trámite, no será difícil que retorne a manos de quienes lo pagamos, por la simple razón de que Unasur ha dejado de existir. Este organismo desde su concepción tuvo un origen pervertido, su propósito principal era debilitar la Organización de Estados Americanos y el sistema interamericano de derechos humanos. Era un escudo de los gobiernos autoritarios que campaban entonces en América del Sur, con el que pretendían sustraerse del control internacional. Ahora se ve por qué el mentalizador inicial de esta cortina de impunidad fue Lula, ya comienza a quedar claro que él era el “capo di tuti capi” de la asociación maligna nacida en el Foro de Sao Paulo.
Cualquiera sea el destino que se le dé a este poliedro irregular (en todos los sentidos) quedará para siempre como monumento a la década perdida de Sudamérica, continente en el que una gavilla de tiranuelos despilfarró o hurtó los mayores ingresos que ha tenido esta región en toda su historia. El presidente ha adelantado que estas instalaciones pasarán a ser la sede de una universidad indígena. Seguramente lo lleva a esta propuesta la intención de hacer una especie de “limpia” de ese espacio que debe estar cargado de malas energías, pero parece que su forma y ubicación no lo hacen apropiado para el cometido que sugiere. Debería dársele un uso que complemente el propósito simbólico y turístico que tiene la llamada Ciudad Mitad del Mundo. Podría ser un museo o algún tipo de centro de difusión de las maravillas del país. No sé por qué maltratamos tanto a un lugar que es la más visible muestra de lo ecuatoriano, de lo ecuatorial, de lo equinoccial. Nada nos marca más que esa condición. Pensemos y conversemos sobre el tema. Mientras tanto, no hay que precipitarse destruyendo o desapareciendo la estatua de Kirchner, debe conservarse para colocarla en un museo de la corrupción, que podría comenzar a instalarse en el “expenal” García Moreno.(0)







