Es un tópico decir que la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) es una de las zonas más misteriosas del planeta, por lo poco que conocemos de él debido a que sus fronteras se hallan prácticamente clausuradas. Pero no es escaso lo que sabemos de aquel país. La literatura es un modo de descubrimiento de realidades que intentan permanecer ocultas, y, en años recientes, han circulado narraciones literarias que revelan diferentes aspectos –muchos de ellos delirantes y crueles– del poder despótico que Corea del Norte padece bajo la dinastía de los Kim –el abuelo, el padre y el hijo–.

De 2012 es la novela El huérfano, del norteamericano Adam Johnson, que obtuvo el premio Pulitzer, y que se inspiró en un viaje corto del autor por Corea del Norte, que se complementó con una profusa investigación en archivos y bibliotecas. En la novela los lectores ‘oímos’ unas emisiones por altavoces que van construyendo el relato oficial que los dirigentes de Corea del Norte quieren que la población consuma, que intentan presentar al país como el más feliz de la Tierra. Queda claro que la tarea más importante de las élites gobernantes es conseguir que el Querido Líder Kim Jong-il sea amado por todos.

En una literatura sobre Corea del Norte es imposible no denunciar el nivel delirante de la casta militar en el poder, que se considera parte de la raza más pura, porque sus argumentos y sus tretas ideológicas para convencer a la gente realmente escapan toda medida de sensatez; por ejemplo, acusados de crueldad con los tiburones que pescan, la respuesta del régimen es que, por el contrario, “existe una camaradería histórica entre el pueblo coreano y el tiburón, conocido como el amigo del pescador”. La desmesura, la idiotez caracterizan a los gobernantes de la dinastía Kim.

En 2015 el productor de cine y escritor Paul Fischer publicó la novela Producciones Kim Jong-Il presenta… La increíble historia verdadera de Corea del Norte y el secuestro más osado de la historia, un verdadero fresco del horror con que el poder y la política son pensados en Corea del Norte. La voz narrativa va elaborando un entramado novelesco por el cual Kim Jong-il, entonces responsable del Ministerio de Propaganda, decide secuestrar a la pareja más exitosa y popular del cine de la República de Corea (Corea del Sur): la actriz Choi Eun-Hee y su marido el director Shin Sang-Ok, con el fin de transformar la industria cinematográfica de Corea del Norte.

Según la novela, Kim Jong-il aprendió su ‘arte de gobierno’ a partir de las películas que vio y pirateó a lo largo de su vida; es más, casi todos los lugares que los extranjeros podían visitar en Corea del Norte eran como parte de un inmenso estudio cinematográfico, un decorado: se trataba de un simulacro, una realidad inventada para consumo interno y externo. En la novela también quedan claros los métodos que la dinastía de los Kim empleó para erigir su poderoso imperio familiar: los secuestros, los asesinatos, la infiltración, el terrorismo y el control mafioso de estupefacientes y de falsificación de billetes de cien dólares. (O)