Durante las conferencias que se dictaron a los estudiantes que participan en el sexto Taller Internacional de Arquitectura, que la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) organiza en Galápagos, un conferencista compartió su preocupación sobre el crecimiento de las ciudades grandes del archipiélago. Dicho en sus propias palabras, “Puerto Ayora había alcanzado su capacidad máxima de crecimiento; y Puerto Baquerizo Moreno estaba a punto de alcanzarlo”. Dicho esto, el conferencista en cuestión invitaba a los oyentes a reflexionar sobre cómo detener el crecimiento humano en las islas, en aras de poder proteger mejor sus espacios naturales.

Tom Kvan, exdecano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Melbourne, Australia, y exvicepresidente de la misma institución académica, escuchó con escepticismo aquellas palabras. Los orígenes de Tom son tan diversos como interesantes. Hijo de padres daneses que se encontraban en China aprendiendo sobre el budismo, Tom creció en Hong Kong, ciudad donde su familia se refugió de la revolución de Mao Tse Tung. Para muchos de nosotros, la imagen que viene a nuestras cabezas, cuando imaginamos aquella excolonia inglesa, proviene de fotos de enormes edificios, estrechamente pegados entre sí. Ciertamente, Hong Kong es un ejemplo fidedigno de lo que es la densidad urbana.

Sin embargo, pocos saben que dicha densidad exagerada no es por causa del poco espacio disponible. En la conferencia que Tom diera posteriormente, de manera conjunta con su colega y pareja, Justyna Karakiewicz, se les explicó a los presentes que el área urbana de Hong Kong ocupa solamente el treinta por ciento de su territorio. Gran parte del territorio de ciudad asiática se maneja como parque nacional. Los motivos por los cuales se dio esta situación son varios, desde la consideración estratégica de establecer la ciudad fuera del alcance de los cañones chinos de los siglos XIX y XX, hasta la precaución de evitar las partes altas de las colinas, que cuentan con mala calidad de suelo, no apto para resistir el peso de grandes construcciones.

Hong Kong es el ejemplo perfecto de cómo incrementar la densidad urbana ayuda a consolidar sistemas económicos, que si se dispersaran en el territorio carecerían de gravedad económica; esa cualidad que debe tener un sitio determinado para arraigar la prosperidad económica a un sitio determinado. Ciertamente, construir hacia arriba es cuestionado por muchos por significar un costo mayor, pero es ese costo el que en gran parte impide que las infraestructuras verticales pierdan relevancia en el quehacer económico de una ciudad.

Por ende, no solo que Puerto Ayora y Puerto Baquerizo sí pueden crecer hacia arriba (no necesariamente a la escala de Hong Kong), sino que Guayaquil también debería hacerlo, con la intención de consolidarse económicamente.

Esa mentirita de que en Guayaquil la gente no se acostumbra a vivir en edificios ha corrido por mucho tiempo, quizá beneficiando a muy pocos. ¿Qué ocurriría si en Guayaquil comenzamos a limitar el crecimiento horizontal, para promover el desarrollo vertical de la ciudad? Indudablemente, estaríamos reforzando sus sistemas económico y financiero.

Ya es hora de pensar en un Guayaquil más denso, con una economía más sólida.

(O)