Hoy serán sepultados los restos de quienes fueron nuestros compatriotas Javier Ortega, Efraín Segarra y Paúl Rivas, vilmente asesinados por un grupo disidente de las FARC. El país ha estado atento al doloroso drama vivido por los familiares de los citados periodistas del diario El Comercio, secuestrados por los delincuentes para forzar al Gobierno Nacional a concederles ciertos requerimientos (entre ellos la liberación de miembros de la banda), los que no habrían sido satisfechos.

Con la repatriación de los cuerpos de las víctimas, que fueron ubicados en una región selvática de Tumaco en Colombia por autoridades de ese país, será posible su sepultura, la que parafraseando a la escritora María Soledad García, permite finalizar el extenso rito de la vida y de la muerte. Así se evitará el duelo eterno que significaría la ausencia de los cuerpos. En palabras del psicoanalista Bernardo Kononovich: “El cuerpo que se entierra lleva consigo todas las marcas de su subjetividad truncada. Se va con un nombre, una historia, una saga de familia, de clan, de pueblo y con el sello de una época. Deja tras de sí sus amores, sus afectos, impregnados también ellos de su irremediable ausencia...”.

Llegó el día de despedir a tres ecuatorianos a pesar de la intención perversa y hasta siniestra de quienes les arrebataron la vida y pretendieron mantenerlos desaparecidos, para escamotear las marcas de la acusación.

Ahora, sin duda, el país acompañará a los familiares en ese último adiós y en la búsqueda de la verdad. Es necesario que el Gobierno Nacional permita y apoye la investigación a fondo sobre las gestiones que se realizaron con los secuestradores para obtener la liberación de los miembros del equipo periodístico de El Comercio; y además, que se haga el seguimiento al compromiso de la Fiscalía colombiana de mantener informadas de primera mano a las familias sobre los avances en las investigaciones del caso, y que cumpla su obligación de apresar a los responsables de los crímenes y los lleve ante los tribunales, para que reciban la sanción que merezcan. Las familias de Javier Ortega, Efraín Segarra y Paúl Rivas en medio de su profundo dolor han expresado su posición: “No olvido, no impunidad, no repetición”, y desde esta columna los apoyamos.

Incluso en informativos internacionales, como el de CNN, se preguntan si el Estado ecuatoriano abandonó a los periodistas de El Comercio. El vocero de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Roberto Rock, afirmó en una entrevista en el medio informativo indicado que existe una historia no contada de los diálogos mantenidos por las autoridades ecuatorianas con los secuestradores de los periodistas de El Comercio: “… creo que ni el Estado colombiano ni el Estado ecuatoriano han transparentado exactamente qué fue lo que ocurrió…”.

¡Paz en la tumba de Javier, Efraín y Paúl! (O)