Refiriéndose al Ecuador, cien por ciento. Los aportes constructivos que reciba el presidente Moreno, así como las críticas sustentadas y las denuncias sobre la corrupción son formas de arrimar el hombro por la Patria. Nunca lo es la sola lambonería servil ante el poder.

Lo miserable

Sería tener el pensamiento similar al que tuvo Correa, el 2016, respecto a Donald Trump y la señora Clinton, cuando expresó que para América Latina sería bueno que triunfe Trump, porque agudizaría las contradicciones en beneficio del socialismo del siglo XXI, coincidente con lo que hizo el gobernante ruso Putin usando a Julian Assange –y a las instalaciones de la Embajada del Ecuador en Londres– para difamar a la señora Clinton.

En la patología de las contradicciones coincidían Putin, con sus actuales alineados en Rusia Today, Correa y Assange. Y el Ecuador asumió costos causados por esa patología.

¿Cuántos migrantes expulsados o en prisión?, ¿cuántos niños separados de sus padres, algunos para siempre? No les importó esos riesgos. Puede ser que luego ellos echen simuladas lágrimas, denunciando lo que ayudaron a establecer. Por eso, a ellos mi tacha.

En la política interna, ¿sería de privilegiar pensar o actuar por las elecciones seccionales del 2019 o las generales del 2021 o que se anticipen elecciones?, ¿sería una salida la muerte cruzada –el cese del presidente de la República y de la Asamblea–, para elecciones inmediatas; y/o, una Asamblea Constituyente?, ¿o que la señora vicepresidenta asuma la jefatura del Estado? ¿Cuáles serían las consecuencias en la economía y en el desborde de lo político?

Nada de miserias. Debemos trabajar en positivo.

¿Y las tareas incumplidas?

Debe exigirse su cumplimiento, no renunciar a esa exigencia.

Debe actuarse con la racionalidad de saber que las cosas no pueden cambiarse de un día para otro, pero es inadmisible que haya espacios de corrupción, ilegalidades y trabas por las que nada o muy poco se ha hecho. Sigue un encubrimiento real.

El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio ha tomado decisiones jurídicas y políticas, además con un sustento ético, que el Ecuador reconoce. Que siga adelante.

¿Hay decisiones perfectas?

Quizás en la dirección correcta. Otras no.

Las decisiones de gobierno, inclusive en la expedición de leyes, deben ser orientadas a corregir lo que se deba cambiar, y a mejorar el orden social, jurídico, político y económico.

La verdad, la transparencia y asumir –y exigir– responsabilidades deben estar en todos los espacios.

Cuando se establezcan regímenes transitorios, no deben ser sin límite de tiempo, ni a sola liberalidad de sus responsables, sino con estimación de tiempos de vigencia y procesos controlados.

Hay problemas acumulados en educación y salud.

En la primera, sobre todo en las políticas y en los planteles públicos, un desastre.

En las universidades, hay una ley recién aprobada, esperando el veto y/o la sanción del presidente, que puede ser una transición hacia la calidad y la democracia, pero subsisten planteles públicos con argollas de corrupción –formadas a partir de las intervenciones del correato– en que hasta ahora muy poco han hecho las autoridades de control.

En la salud, hay un proyecto de Código de la Salud, con riesgo de profundizar políticas centralistas. Hay unidades públicas en las que hay esfuerzos por mejorar, después de una década en la que se privilegiaron construcciones y equipamientos con sobreprecios, pero también hay elevada mora a proveedores y a entidades de salud, de cientos de millones de dólares, cuya facturación no se autoriza por el Ministerio de Salud o por el IESS, por eso en las cuentas públicas no aparecen como deuda.

¿Las sanciones y reparaciones?

Aún hay mucho que investigar y sancionar, apenas en los casos en que se rebosó la purulencia y pocos más, se ha actuado.

La corrupción fue un sistema en la década del correato, superando a tiempos anteriores. Fue desde la legislación direccionada para facilitarla, hasta las decisiones y la contratación pública, aun cuando en esta es que más se ha rebasado.

Nada efectivo hasta ahora en la recuperación de los perjuicios al país, más allá de discursos de compromisos.

El proyecto de Ley urgente

Habrá una ley de transición en lo económico, financiero y fiscal, que su principal mérito debería ser la transparencia, para que no se cumpla la práctica del correato: “hecha la ley, hecha la trampa”.

Los sectores de oposición democrática tienen la responsabilidad de puntualizar en forma sustentada los cuestionamientos que pudieran tener. Los que aporten su voto a la ley también deben sustentar por qué lo hacen.

El “capitán manda” del correato debe desaparecer del trabajo legislativo.

La política internacional

El Ecuador ha tenido una tradición de dignidad, sin sumisión, que se rompió en la década de Correa, quien privilegió su figuración a costa del pueblo ecuatoriano.

Revisaba material de prensa de años atrás, verificando cómo –frente al problema de la violencia en Colombia– el Ecuador se convirtió en sede para varias reuniones de los grupos armados. He visto las caras de parte de los del entorno de Correa, cuando el jefe negociador del ELN declaraba que “la retención de personas” para pedir dinero era un acto de guerra “para financiarse”, no secuestro ni toma de rehenes.

Los costos millonarios del Ecuador para proteger a Assange en Londres deberían glosarse al presidente y a los ministros que estuvieron en su decisión, no solo a funcionarios subalternos.

Se abandonó en el correato la línea de la Carta de Conducta de Riobamba, septiembre de 1980, de privilegiar los derechos humanos antes que a dictadores en el poder, productos de fraudes y represión, como en los casos de Venezuela y Nicaragua.

La abstención del Ecuador en la votación en la OEA, del martes 5 de junio, proponiendo una consulta en Venezuela, realmente democrática, con los adecuados controles, para que no se repitan las farsas con veedores que encubran a la dictadura en ese país, es una expresión de dignidad. Que no sea solo un veranillo. (O)

Habrá una ley de transición en lo económico, financiero y fiscal, que su principal mérito debería ser la transparencia, para que no se cumpla la práctica del correato: “Hecha la ley, hecha la trampa”.